Perpetuada en una sumatoria de emociones sigo asida a la memoria de tu cuerpo. Como un soplo, el amor rige las formas y los fondos que mi alma modifica entre los huecos del deseo. Y así soy esa esclava que detiene su semblante para seguir el hilo de tus huellas, la que teje y desteje episodios bajo el azar de una silueta, la que cura en una brisa tus debilidades; soy el alba de leyendas impostoras que cubren ese perfil de tus recuerdos, el mar embravecido ante los riscos bajo una piel itinerante entre las manos, como un horizonte de lunas y de sales habitando encrucijadas tan distantes. Soy el aire cercando tu memoria, la noche que trepa los confines de una historia o el aquelarre en plenilunio desgarrando nuestras almas; soy Dios desafiando la risa en una mueca, la tarde muriendo entre los brazos o tus labios deslizando ese sabor de las fronteras, bajo esta soledad como una impronta de tu paso.

Ana Cecilia.