LLORAR

Llorar es vaciarse el alma
por una quimera,
por dolor, infelicidad,
por si no volviera.

Precipitarse una hacia fuera,
acuoso desdén de lo imposible.
Albricias por tener
lo que no parecía posible
enjugando con un beso
el salitre resbalado
del ser amado.

Llorar es el mudo mensaje
del alma regocijada
que conjuga el verbo amar
proscribiendo el olvido.

¡Eso es llorar!
lo pueden asegurar
¡Quienes lo hemos vivido!

Pero también llora el poeta en su calvario cuando ha extraviado su musa. Llora el proxeneta tras las rejas y se dice arrepentido del delito cometido. Llora con su vagido el recién nacido al ser expulsado de su paraíso maternal. Lloraría el animal que sufre tanto maltrato y el indigente ante la dramática cercanía de la muerte entre la indiferencia de la gente.

Llora la niña con su sexo violentado. Derrama llanto en silencio el niño separado de su madre, también ella gime ante el muro que la asquerosa discriminación ha levantado sin piedad. ¿Hasta cuándo y cuánto has de llorar humanidad?