No se puede vivir sin que la vida se apegue con firmeza a nuestros huesos, y un día nos lastime con sus besos al darnos la augurada despedida para entregarnos en brazos del olvido que llega inevitablemente un día con su temida nada oscura y fría mientras se llora todo lo perdido. Tal vez la muerte muda hecha de hielo, entre algunos recuerdos logre ver que existe algo valioso y no siniestro. Algo que no pudimos comprender y llega en el final con el consuelo de un amor infinito dentro nuestro.
Texto agregado el 23-07-2018, y leído por 82 visitantes. (8 votos)