La ciudad de noche escribe tu nombre.
La luz refleja la pérdida del alma,
Mismos espejos pálidos color naranja,
De un fulgor hogareño, triste y desahuciado.

La memoria de día contempla mi huída.
Los inviernos blancos y abuelos,
Aleccionadores trovadores del frío,
Cantan valses aceitosos llenos de nostalgia,
Y los oídos sordos de un sonoro beso
Contemplan el gozo, la piel y la vida.

Mi rostro se asemeja a tu ausencia.
¿Cuántas voces siniestras oiré mañana,
En la cuna de Afrodita y Hefesto,
Mientras mi oficio del olvido
Te nombra cada que la ciudad se desmorona?

Tu nombre se parece a mis versos,
Aunque Selene haya ocultado en su locura,
El Helios dorado de lo nuestro.

Mi olvido se parece a tu almohada,
Aunque los sueños hayan huido,
Tras una pesadilla desalmada.