"¿Tenés esa enfermedad que tienen las chicas?" Me comentaba un compañero de trabajo cuando me encontraba sumamente en depresión, y hacía cosas contra mi salud para mi suerte, no tan radicales, y pensaba qué tan mujer debe un hombre ser para mostrar sus emociones, y pensaba que tan "no humana" debe ser una mujer para que mostrar mis emociones sea una enfermedad, y pensaba que tan "de chicas" debe ser la depresión para sonar tan superficial, tan anuncio de toallas femeninas, y pensaba que la razón principal por la que no se pueden abrir las ventanas del quinto piso de acá es mi nombre y apellido.
Entre muchas cosas, te echo de menos, odio admitirlo, en una guerra interna horrible en donde llueve fuego a quema ropa, porque es mi deber no deber extrañar, porque para que te definan hombre o mujer no hay que ser "drama", nadie quiere "drama" a menos que sea filmado en Los Angeles y te lo vendan con un combo 2 de palomitas mixtas y gaseosas regulares, odio reconocer que a veces no soy tan valiente, tan independiente; yo, la que nunca estuvo en nada serio y que se juró que no necesitaba a nadie para sentirse linda, libre o radical, no. Te echo de menos e imagino a veces que tocás a la puerta y entrás para besarme, para contarme que el tráfico de esta ciudad es un colesterol repulsivo o que hay un nuevo letrero en la avenida completamente innecesario pero hermoso, como si aún existieras, como si supieras donde vivo ahora.
Nadar dentro de ese mar tóxico interno, tragando litros de sal, como única forma de salvar el cuerpo de este océano en cruz, y debajo los galeones de toda esa gente, todos los amarres que arruiné, todo lo que ya no puedo reparar, todo lo que ya no sé volver, ¿Cómo hace una, para pedirle perdón a un barco hundido? ¿Cómo se levanta una al otro día y se ve al espejo pretendiendo que no hizo mal, que no rompió otras velas a la deriva? ¿Acaso por eso no hay espejos en mi casa?
Siempre he sido flores, porque amo tener raíces pero dejarme en polen, porque a veces quiero huir de todo y necesito irme aunque sea en el tren a aterrizaje de algún insecto, alguna bici o las gradas de algún bus de occidente. Tanto rompí por miedo, tanto se hundió por hielo.
No es como que siempre odie esto, mi soledad es mi palacio y la decoro de celeste con rosa, soy felíz, triste y muero en cada hebra de un corazón que es más remiendos que latidos, entre la taquicardia y la falta de aire sé que estropeé tanto, no quería hacer(me) daño, solo no sé a veces si voy contra corriente o soy la corriente.
Quizás tengo esa enfermedad "de chicas", entre el recalcitrante campo de batalla de mi interior, quizás mis fantasmas internos que repiten en coro la derrota cotidiana solo mueran si puedo dejar de culparme por sentir, si puedo dejar de culparme por resistir, si puedo dejar de preocuparme por existir, quizás... solo deba admitir, que te echo de menos.