Hay noches, como ésta, que parecen interminables.
Noches en donde el alma llora, la soledad se hace inmensa, los recuerdos rasguñan y los sueños se alejan, dejando una esperanza marchita que se acuna entre la inseguridad y la debilidad.
Una noche que no da paso al sueño, ni permite despertar sonriendo.
Una noche que no quiere tomar la mano del día, pero tampoco suelta las horas que, encerradas en el cuarto parecen un reloj marcando días, meses y años.
Quiero cerrar mis ojos y con ello, cerrar las persianas del recuerdo, apagar la vela de vivencias y cubrir mi cuerpo con escudos triunfantes, victoriosos, que me impulsen a un despertar renovado, fortalecido, seguro, porque la noche ya se habrá ido y mi alma volará libre en el espacio por caminos luminosos creados para hacerme feliz.
Noche, noche larga... esperando que te vayas. |