En la fortaleza nos encontramos escondiendo a las mujeres niños y ancianos en refugios bajo la tierra. Las hordas han llegado a ella y nos quieren acometer con sus máquinas infernales que expulsan fuego. Por fin están a salvo camino los túneles, ahora toca ir de los últimos a ver la victoria perecedera. Por momentos nos hemos podido contener gracias a las fortificaciones, es un alivio la piedra ancestral, nuestros arqueros y aceites los mantienen a una pequeña distancia aún siguen apareciendo esas criaturas infrahumanas ennegrecidas por a saber que maldición, lo lejos llegan esas máquinas q tanto daño han hecho, con su fulgor azul y blanco intenso. Así pues las legiones ya han salido por dos balizas en las que creemos no habrán mandado exploradores, los demás estamos esperando acometan el protón para salir despiadadamente. Gritan —Ya vienen— y empezamos a oír estruendos más grandes que un rayo cercano ese momento una de esas bolas impacta en el portón q explosiona y se crea una nube de fuego abrasador en el que empiezo a perecer sin poder respirar y notando el candor en toda la garganta hasta que en un pulso llega al pulmón.