Ver la historia,
verla desde atrás,
escuchar la voz,
escucharla en sus silencios.

La retaguardia de la historia
es el grito callado
cuando comienza la guerra:
la mirada atenta
antes de perder la mirada.

El recuerdo feliz
previo a la barbarie.
El mundo ordenado
Ahora detenido
antes de la desolación.

Los grandes hechos
se deshacen en instantes,
la muerte tiene rostro
y el dolor
nos duele de verdad.

Esta guerra nuestra
no se recoge en los libros
y la paz es un grito
después del silencio
que no podemos pronunciar.

Hoy nuestra guerra
es en diferido,
servida en el almuerzo,
apéndice de nuestra moral,
catarsis para nuestra angustia.
Un entremés mal servido,
y un deseo apremiante
para que llegue el postre
y olvidemos esa historia
que no es tan ajena.