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Fui a la fiesta que daba Salma en su departamento porque no pude negarme, cumplía años y me había invitado con varios días de anticipación. No tenía muchas ganas de asistir, me sentía cansado y además tenía que terminar un artículo para el periódico donde trabajábamos ambos, ella en sociales y yo en la nota roja; cubrir accidentes, asaltos, muertes o crímenes, no me hacía muy feliz, pero de algo tenía que vivir. Salma y yo habíamos salido algunas veces y ella quería que tuviéramos una relación más seria; era bonita y de un cuerpo nada desdeñable, pero no me entusiasmaba tanto como para formalizar algo ni me sentía enamorado. Haber terminado en su cama y pasar una que otra noche con ella, no me obligaba a comprometerme a nada.
Nada más llegar, se acercó a mí y me besó en la boca; lucía espectacular, con un vestido negro que resaltaba sus formas y dejaba al descubierto sus hombros y su cuello, además con un escote generoso que permitía vislumbrar el inicio de sus deseables senos. Me tomó del brazo y me arrastró hacia los asistentes, para presentarme a algunos de ellos. Entre éstos, me presentó a Camila. Me llamó la atención desde el principio, tenía hermosos ojos color miel, una nariz fina y pequeña, que armonizaba perfectamente con su piel blanca y unos labios sensuales pintados de carmín; la cabellera color castaño le caía hasta los hombros y enmarcaba el rostro de aquella joven que vestía con discreción y elegancia, a quien juzgué muy bella. Le calculé alrededor de veinticinco años y poco después, mientras Salma atendía a otros de sus invitados, no desperdicié la oportunidad de acercarme a ella para conversar.
- Hola, ¿eres amiga de Salma?, nunca te había visto por aquí.
- No, tengo poco tiempo de conocerla. Tenemos cierta relación de trabajo y nos hemos compaginado muy bien.
- ¿Trabajas en alguna revista, en algún periódico?
- Soy diseñadora de interiores. Salma tiene relación con mucha gente conocida, que puede necesitar de mis servicios. Por mi parte, conozco gente que puede interesarle a ella. Tú eres su novio, ¿no?
- No precisamente. Somos compañeros de trabajo, buenos amigos y salimos juntos algunas veces.
- ¡Ah!, lo que significa que salen y te acuestas con ella sin compromisos.
- Tu franqueza me asusta.
- ¿De veras?... Salma es una gran persona; merece alguien que la valore de verdad. Deberías cuidarla más. ¿Y tú, qué haces en el periódico?
- Reporto la nota roja, acudo a sitios, tomo algunas fotos y escribo breves reseñas.
- ¿Has visto muchos muertos?
- Algunos.
- Eso me da escalofrío. ¿No te apena verlos heridos o destripados? ¿no te da remordimiento tomarles fotos en esa situación?
- A veces un poco; pero a todo se acostumbra uno.
- Eres un cínico, ¿sabes?
Había en su tono y forma de hablar, algo que no terminaba por gustarme; de repente me daba la impresión que se veía forzada a responderme, más que nada por mi relación con Salma. Aquello acabó por molestarme y luego de platicar con Camila un par de minutos más, fastidiado, me alejé de ella. Guapa, pero de sangre medio pesada.

Me encontré a Camila un par de meses después en una cafetería de avenida Reforma, muy cerca del Ángel de la Independencia; era un viernes por la tarde, frío y lluvioso. Bastante empapado, entré con el afán de tomar un café cargado muy caliente y escapar un rato al fragor de la lluvia. Y ahí estaba ella, sentada a una mesa, hojeando una revista y con una taza de café enfrente. Casualmente levantó el rostro cuando yo entraba y me vio, así que sin más, me acerqué hasta ella.
- Hola, ¿puedo sentarme contigo?
Hizo un gesto como de ¡ya qué! Y añadió:
- Espero a un cliente, pero hasta dentro de veinte minutos.
Me senté frente a ella y pedí mi ansiado café.
- ¿Y tú, que haces por acá? ¿vienes a fotografiar muertos?
- Ya no trabajo en el periódico; ahora hago artículos para una revista cultural y voy precisamente a la presentación de un libro, de un autor no muy conocido.
- ¿Y Salma?
- Hace más de un mes que no la veo. Ya no salgo con ella ni somos amigos.
- ¿Te libraste de ella, no?
- Te aseguro que no fue mi culpa. El mismo día de su fiesta de cumpleaños conoció a un tipo y como una semana después me confesó que se había enamorado, que lo nuestro ya no podía continuar.
- Y para ti, mejor, ¿verdad?... ¿Así que no sólo sabes de muertos y heridos, sino también de literatura?
Se rio, con una risa fresca que me permitió ver sus dientes pequeños y perfectos.
- ¿Por qué, no?... Me encanta leer y en mi habitación tengo un estante lleno de libros: novelas, cuentos, filosofía, arte, poesía.
- ¿No me engañas? A mí también me gusta leer. ¿Quiénes son tus autores favoritos?
Entonces, Camila y yo nos pusimos a hablar de Kundera, Dostoyevski, Tolstoi, Murakami, Flaubert, Borges, Cortázar, Conan Doyle, Alejandra Pizarnik, Toulouse Lautrec, Dalí, Nietzche, brincando de un lado para otro, comentando sobre libros, escritores, pintores, poetas que nos gustaban. Los veinte minutos para la cita de Camila pasaron como un suspiro; llegó su cliente y yo me retiré de inmediato, no sin quedar con ella para tomar otro café al día siguiente. Camila ya no me pareció tan pesada, había sido un deleite platicar con ella; a lo mejor yo también, ya no le pareciera un cínico. Me fui a la presentación del libro.

Al día siguiente vi a Camila y nos pasamos como tres horas conversando y tomando café. Más tarde la invité a tomar una copa en un bar y después de bebernos tres o cuatro, creo que empezamos a ser amigos. No le pregunté si tenía novio o una pareja sentimental estable, tampoco me importaba demasiado; ella simplemente estaba ahí, conmigo. Era un placer escucharla hablar apasionadamente, disfrutar de su risa de campana y del brillo pícaro que despedían sus ojos. Desde ese momento se me antojó su boca.
Ella tampoco me preguntó si tenía yo otra pareja, quizá supuso que no la tenía y era así; después de romper con Salma me había acostado con un par de mujeres en forma ocasional, pero nada más. Camila y yo, comenzamos a vernos con frecuencia. Después de cada encuentro, me percataba de lo bien que me sentía con su presencia. Esperaba que ella sintiera algo parecido. Luego de tres o cuatro semanas de conversar, únicamente de besitos de despedida en la mejilla y manita sudada, le dije con franqueza:
-Me gustas mucho, Camila. Y me muero de ganas por besarte.
-Tú también me gustas; pero si dejo que me beses, eso no implica que lleguemos a algo más. Debo advertirte que soy una mujer conservadora, educada a la antigua, que creo en la familia y el matrimonio. Y que si sólo buscas acostarte conmigo, te vas a dar de topes.
-Solamente quiero un beso de tus labios. ¿Es demasiado pedir? No sé si acabaré enamorándome de ti, pero me encantaría ser tu novio si tú lo permites. ¿Quieres?...
-Sí.
Todo aquello del noviazgo se me hacía demasiado formal y embarazoso, nunca le había pedido a ninguna mujer, ya sea que me hubiera acostado o no con ella, que fuera mi novia. Sin embargo, ello me permitió acceder a su boca. Y debo decir en honor a la verdad, que fue un momento emocionante y tierno, sentir la suavidad y frescura de esos labios. Después pasaron casi seis meses, la diseñadora de interiores me tenía en sus garras, quiero decir, en sus manos. Por mi parte, de tanto asistir a eventos culturales, acabaron entrándome las ganas de escribir algo propio e inicié una novela; no sé si eso me despejó o nubló el cerebro, pero terminé pidiéndole a Camila que se casara conmigo. Mi preciada soltería y deslices con otras mujeres estaban por terminar.
¿Y valió la pena?... ¡Mhhhh!... eso es algo que no puedo dejar de contar.
Camila y yo nos casamos. Fue una boda discreta donde sólo asistieron nuestras familias y algunos amigos. Luego vino lo importante, la noche de bodas. Durante el noviazgo, además de algunos cachondeos, abrazos, besos y toqueteos, Camila no me había dejado ir mucho más allá; quizá todo ello influyó para que nuestra relación terminara en casorio. Partimos a Huatulco para la luna de miel; paramos en un hotel muy limpio y cómodo, con alberca, internet, tv en el cuarto y el mar a unos cientos de metros. Aquella noche nos llevamos a la habitación una botella de tequila don Julio para brindar y celebrar nuestra unión.
El momento deseado llegó después, cuando entre besos y caricias suaves, comenzamos a desnudarnos el uno al otro recostados en el lecho. Que hermosa se veía Camila desnuda, la tibieza de su piel de leche me causaba un placer que no me había imaginado. Fue entonces cuando me sorprendí de veras. En su entrepierna, Camila me dejo ver lo más increíble que hubiera podido yo mirar: su sexo, era una media manzana perfecta mostrando el corazón, sí, como la media manzana interior que aparece en algunos discos de los Beatles, esos de Apple Records. Me quedé estático, sin saber qué decir o hacer, era algo tan hermoso que no podía creerlo.
- ¿Te gusta? - me dijo. – Es tuyo.
- Quiero morderlo, probarlo.
- Sí, pero hazlo con mucho cuidado y cariño. Aunque no lo creas, soy virgen.
¿Qué hice para merecer tanta felicidad?... Mordí, probé, saboreé, acaricié con todo el cuidado del que fui capaz. Oí que Camila sollozaba quedamente.
- Por favor, penetra hasta mi corazón- me dijo.
¿Quién era yo para contradecirla?... Sabía que mis raíces eran buenas, había tenido experiencia con otras mujeres, pero eso no importaba ahora, lo verdaderamente vital era germinar aquel hermoso corazón de manzana; tal vez, con un poco de suerte, podríamos cosechar más adelante otras medias manzanitas.

Texto agregado el 14-07-2018, y leído por 163 visitantes. (12 votos)


Lectores Opinan
15-07-2018 El texto fluye con agrado y el final me sacó una sonrisa. ¡Lo disfruté! Besitos, amigo Mario. SOFIAMA
15-07-2018 Lindo texto. Me encantaron la suavidad de la narrativa y las referencias literarias y musicales. Cinco aullidos melómanos yar-
14-07-2018 No se si por efecto o por defecto comencé a leer y a medida que iba avanzando iba imaginando un final suculento y hasta posiblemente escabroso, craso error el mío, ya terminando me doy cuenta que en realidad nos entregaste un hermoso cuento romántico con un final feliz y con una linda manzana incluida. vicenterreramarquez
14-07-2018 Mis felicitaciones. Creo encontraste lo que todo hombre desea,esa mujer diferente, la que se entrega por amor.Me gustó tanto que no hay mas que decir***** Un beso Victoria 6236013
14-07-2018 Una delicia que me pide, lo prosigas, amigo! Te abrazo con mucho afecto. MujerDiosa
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