La niña contemplaba el firmamento con la esperanza de poder encontrar una estrella en forma de útopia, y como si fuera esto poco, esperaba encontrarla vestida de color alazán. Hasta bien entrada la madrugada y sin que sus padres se percataran, ella montaba una rigida guardia que siempre resultó infructuosa, pues no encontró mas que estrellas con forma de estrella y del monotono color amarillo. Tales alcances tuvo su obsesión que dejó de salir y de hacer lo que suelen hacer los niños de su edad en el día, para poder escaparse todas las noches y trasegar por el mundo en ferrea vigilancia del cielo tan cerca como le fuera posible, a espera de una agradable sorpresa. Las personas se alejaron de su lado poco a poco y los que quedaron empezaron a usar gafas muy oscuras. Ella creyó que no les gustaba observarla en sus andrajos y en su desconsuelo, pero lo que no supo fue que ellos, acostumbrados a ver las comunes estrellas en forma de estrella, y con su acostumbrado y palido color, no tuvieron la capacidad suficiente para soportar, tan cerca, a una hermosa estrella en forma de útopia, y con un enceguecedor color alazán