Yo nací en las postrimerías del franquismo, esa época gris de televisión de dos canales en blanco y negro, de caras torvas, de valores estrictos, de duros castigos en la escuela, de férrea autoridad, de represión de libertades...
Ya en mi infancia murió el Dictador. Recuerdo que recibimos con alborozo la noticia del fallecimiento del sátrapa. Se decretaron varios días de luto que aprovechamos para abandonar el colegio donde estábamos internas.
En esa época oscura , donde hasta los niños se enlutaban cuando moría un familiar, solo los niños defendíamos los colores y los brillos.
- Elige qué sandalias prefieres- me preguntaba mi madre en una zapatería de la ciudad cercana donde fuimos a comprar.
- Esas amarillas brillantes- contesté yo.
- ¡ Qué chillonas! No, esas no. Te compraré las de tiras blancas- me respondió mi madre , para mi honda decepción , pues me chiflaban
Como eran tiempos de austeridad, la tía Emilia , que sabía de Corte y confección, me hacía los pichis. Todos eran en tonos oscuros: grises, marrones, etc.
Fue una sorpresa, por tanto, aquel regalo de Nico, una hermana de la tía Paca. Me tricotó un vestido rojo con borlas en la cintura, que me entusiasmaba. Solo me lo quitaba para lavarlo para fastidio de mi madre.
¡ Vaya vestido chillón! - me regañaba cada vez que optaba por él.
Un día, cansada de verme tan llamativa, se deshizo de él. Recuerdo haber llorado amargamente, tanto como por las restricciones a llevar suelta mi larga melena. Sí, era coquetuela y chocaba con el ambiente seriote de entonces. Marichuli me llamaban.
Blancos , rosas , amarillos, rojos ... eran colores implícitamente prohibidos.
Aún recuerdo el hondo dolor que me ocasionó la desaparición de aquel precioso vestido rojo con pompones en aquellos días hostiles.