Mi orgullo se fue al carajo



Hace una semana empecé un régimen de adelgazar, lo que en España , mis amigas llaman operación biquini. No hay mayor optimismo que las primeras horas de un régimen.
Fiel a las normas marcadas y con la meta puesta en bajar mi panza, comencé el camino . A los dos días bajé 1,5 kilos y mi autoestima engordaba con la misma velocidad.

Hoy lunes se cumplió la primera semana y ya había adelgazado 3 kilos. Lo confirmé tres veces en la báscula.

Después de una larga y relajante ducha, me puse uno de los pantalones que había encogido en el armario, lo combiné con polo azul, me puse zapatos de verano del mismo color y de esa guisa salí de casa.

Estaba exultante , lleno de alegría, me miré a todos los espejos del piso y en cada uno me encontraba mejor; mi panza disminuía_ confieso que , a veces, la metía para dentro _

Con este ánimo salí a dar mi paseo de la mañana; caminaba mejor y la adrenalina me ponía el tupé de mi cabeza mas alto. Al pasar por la calle peatonal Príncipe de Vigo, oí un silbido en do sostenido que procedía de una chica en la acera de enfrente.

Cuando me preparaba para responderle con una coqueta sonrisa, el cabrón del perro casi me tira al suelo acudiendo a la llamada de su dueña que ni silbar sabía.