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El baúl de los juguetes

Ana Laura recorría la casa, jugando y saltando.
Era una casa grande, con puertas y ventanas grandes, donde vivía gente también grande.
En realidad, todo era normal, lo que sucedía era que Ana Laura era una niña de siete años, menuda y bajita y por supuesto todo a su alrededor le parecía grande.
En una de sus vueltas por la casa, tropezó con algo a lo que ella le temía mucho, un enorme baúl, que en lugar de estar en el sótano, como debería ser, se encontraba en el comedor, camuflado casi siempre por un mantel bordado por su abuela, pero que esta vez se encontraba totalmente descubierto.
El baúl era de madera negra y tenía sobresaliendo por sus cuatro costados, figuras de ángeles de caras redondas y alas a los lados.
Esto asustaba a Ana Laura pero como a pesar de todo era una niña muy inteligente, decidió investigar qué era lo que contenía el bendito baúl.
Al levantar la tapa, se llevó una gran sorpresa, todo el baúl estaba lleno de, según ella, unos floreros con tapas, cerrados, muy viejos y sucios.
Con más maña que fuerza, los golpeó un poco y girando las tapas, se abrieron fácilmente, descubriendo que en su interior, todos tenían lo mismo, cenizas y polvo.
Ana Laura no tenía ni la menor idea de qué era eso pero pensó que lo mejor sería tirar el contenido en el patio y darles una buena limpieza.
Se los llevó uno por uno al fondo de la casa, los vació y los lavó.
Al terminar la tarea, los volvió a tapar y los depositó otra vez dentro del baúl.
Luego de esto, se fue a jugar olvidándose por completo del baúl y sus “floreros”.
Un mes más tarde, la abuela de Ana Laura se enfermó y ella que la quería tanto, no salía de su lado hasta que su madre le dijo que por orden del doctor no podía molestar a su abuela porque necesitaba mucho descanso.
Ana Laura que era muy traviesa y normalmente se salía con la suya pensó que si no podía estar con su abuela, no molestaría si se escondía detrás de las enormes cortinas del cuarto de esta y ver y escuchar lo que hacían y hablaban las personas mayores.
En una de esas escondidas, escuchó algo que la asustó mucho, era la conversación que mantenían su madre y su abuela sin sospechar que la niña las escuchaba.
___Anita, me estoy debilitando mucho, puede que haya llegado mi hora.
___Mamá, no digas tonterías, lo que pasa es que a tu edad, un resfrío mal curado se transforma en gripe y solo con cama, calor y muchos cuidados, se cura.
___De cualquier manera, si me muero, no se te ocurra encerrarme en el baúl, sabes que sufro de claustrofobia y no quiero terminar encerrada en el baúl como el resto de la familia.
¿Por qué aún no te deshiciste de esas urnas?, deberías tirarlas o vaciarlas, ¿crees que teniendo sus restos aún están contigo? Además, me parece macabro que las tengas en el comedor, por lo menos llévalas al sótano.
___No mamá, no creo que estén aquí, pero es que han estado tanto tiempo que me acostumbre a verlas y a veces me sorprendo a mi misma hablando con ellas.
___Por eso mismo, creo que es hora de que vacíes esas urnas y esparzas las cenizas en la tierra, ese parece ser el baúl de la muerte y en una casa la muerte está de más, debe haber vida, no entiendo como tu esposo lo permite.
Tengo miedo de que Ana Laura, que es tan curiosa los abra y no sabría explicarle qué es lo que hay dentro de cada urna.
___No creo que ella pueda abrirlo está muy pesada la tapa.
Ana Laura escuchaba sin emitir ni un solo sonido y al día siguiente, sin que su madre la viera entró sigilosamente al dormitorio de su abuela.
___Abuela, ¿te vas a morir? le preguntó.
___Espero que no, por lo menos por ahora pero vete, no quiero contagiarte la gripe.
___¿Por qué no quieres ir al baúl?
La abuela comprendió enseguida que su nieta había estado escuchando las conversaciones que mantuvieran ella y su hija y sobreponiéndose a la pregunta le habló así:
___Querida Ana Laura, no deberías estar escuchando conversaciones ajenas, pero ya que lo haz hecho, voy a decirte lo que quieres saber.
Cuando nos llega la hora, no tenemos más remedio que morir, es la ley de la vida, así lo planeó Dios y en nuestra familia, como en tantas otras el cuerpo de las personas fallecidas es incinerado, eso quiere decir, que es quemado y sus cenizas son guardadas en una urna para que las guarden sus familiares como recuerdo de la persona que ya no está.
Lo que tú oíste fue que yo no quiero que el día que muera guarden mis cenizas en una urna, prefiero que sean esparcidas o arrojadas al mar y lo que dije sobre que sufro claustrofobia era una broma, los muertos ya no sufren ni sienten nada porque su alma voló hacia el cielo junto a Dios y un cuerpo sin alma no puede sentir nada.
___Ahora quiero que me cuentes qué es lo que haz hecho, te noto muy callada y cuando estás así es que hiciste algo que no deberías haber hecho. ¿Es cierto?
¬¬¬___Abuela, no le cuentes a mamá, hace unos días abrí el baúl...
___!Que hiciste qué?
___Y no sólo lo abrí sino que tiré el polvo de esos floreros con tapas y los lavé.
La risa de la abuela hizo venir a su hija, que al ver a su madre y a su hija juntas no entendía el por qué de tanto alboroto.
La abuela olvidando el pedido de su nieta de no contarle nada a su hija, le dijo…:
___No te imaginas lo que ha hecho Ana Laura, es lo más gracioso que he oído en años y algo que tú deberías haber hecho hace mucho tiempo.
___Mamá, me asustas, qué ha sido esta vez?
___Puedes olvidarte de tus parientes idos, ahora están más felices que nunca, han recuperado su libertad gracias a Ana Laura.
Luego que su madre le hubo contado con lujo de detalles lo ocurrido, Ana también se puso a reír.
___Tienes razón mamá, ya era hora de terminar con el pasado, el futuro es lo que cuenta, creo que voy a deshacerme de ese baúl.
___No, mamá, me gustaría conservarlo para mi, antes le tenía miedo pero ahora no.
___Pero, ¿qué vas a hacer con él?
___Si papá lo pinta de otro color, puede servir para mis juguetes.
___Tienes razón, es ideal para eso.
Y así, el baúl de los muertos pasó a ser, el baúl de los juguetes y con el correr de los años, el baúl de los libros y más adelante, el baúl del ajuar de Ana Laura y mucho más adelante volvió a ser…el baúl de los juguetes.

13/6/2006 Omenia.




Texto agregado el 09-07-2018, y leído por 276 visitantes. (17 votos)


Lectores Opinan
11-07-2018 Que hermoso lo que has escrito Ome... Por la ingenuidad de una pequeña ya esos antepasados deben volar felices y el baúl ser una pieza constructiva en la casa. Uyyyyyy me encantó .Tus letras hacen imaginarlo todo***** Miles de estrellas y felicitaciones.Besos Victoria 6236013
10-07-2018 Buen texto con increíbles anécdotas, me gustó leerlo. Cariños! Mayte2
10-07-2018 Las ocurrencias de Ana Laura, encantadora historia, pequeña valiente. ***** sensaciones
10-07-2018 jaja valor con la nenita!! Muy bueno Ome. Un abrazo, sheisan
10-07-2018 Está muy bueno, Omenia. ¡Sí, había que liberarlos! Me causó mucha gracia la forma cómo aconteció todo. Excelente narrativa. Un abrazo enooooooorme. SOFIAMA
10-07-2018 Lindisimo cuento, y sí, a veces los chicos con su inocencia toman mejores decisiones. Vaya_vaya_las_palabras
09-07-2018 —Muy bueno Ome, me gustó leer este cuento que describe el encierro y liberación de los muertos y la variada utilidad de un baúl. vicenterreramarquez
09-07-2018 Buena historia ***** grilo
09-07-2018 Encantadora historia! Me gustó mucho y coincido con el pensamiento de la abuela. Un besito. Magda gmmagdalena
 
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