Hoy me retiro de Valdivia.
Vuelvo al "norte" según ellos.
Me encantaría poder llevarme en la mochila más cosas.
Como la lluvia, por ejemplo.
Los abrazos de las personas que conmigo estuvieron.
Las risas, el vino, los cigarros. El frío y viento.
Hoy me voy devolviendo sabiendo que casi Valparaíso y Valdivia son ciudades hermanas.
No por su nombre, sino por sus historias y gente.
Hasta Francis Drake se mete de repente.
Me alejo de su ritmo.
Me acerco un poco al mío.
Las promesas, las conversas, el cielo y el río, de verdad si en mi mochila cupiesen, les mostraría un poco de lo que sé de esta vida.
Las curvas, el arte, los lobos marinos de la costa y los árboles.
No hay forma más extraña de recordarte.
Hoy me levanté temprano para escuchar la calle. El agua salpicando en las veredas y yo escuchando la calle.
Chimeneas humeantes. Perros mojados. Discusiones infantes.
Me lo llevaría todo.
Todo con tal de descifrar los detalles.
Me voy de Valdivia con un respiro gigante. Con el alma llena de risa.
Y me di cuenta que en el bolso cabe toda la escencia de la alegría.
Con eso cargo. Con eso vuelvo.
Estoy contento.