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Inicio / Cuenteros Locales / DesRentor / Sueño I

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Sentado con los pies en alto oigo el sonido de las voces que están fuera de la puerta blanca al frente mío. La voz de lo cotidiano y la voz de lo vivo conversan entre ellas, pero no entiendo lo que hablan.

Mi voz no las alcanza tampoco. Pero conocen mi presencia sobre las baldozas de esta pieza. Se hacen duras y se lamentan a medida que demoro mi salida. Juntas gritan mi nombre y yo grito de vuelta. Pero no me oyen. Parecen preocupadas. Dispersas. Salvajes. Olvidadas.

Freno y cambio mi vista. Voy saliendo por el umbral del alba. Atrás hay un pequeño animal que me empuja, que me guía, pero me fuerza. Me dice que no me devuelva, que siga. Bajo los pies y camino ahora por un pequeño sendero de madera y piedras. Me empuja y no me deja saber si hay otro espacio, quizás vacío, donde poder poner toda la ropa que traje conmigo. Me siento pesado, necesito liberarme de ella.

Avanzo. No dudo. El animal convencido ahora me acompaña en la andanza, se pone a mi lado. Hay fuego a la distancia. Siento el calor en el aire, siento la luz en la cara y la madera que se va trizando con cada paso. Mi sombra se proyecta en las nubes y en la hierba que toca mis piernas. Ahora lo entiendo. Es el camino a casa.

Las voces se callan. El silencio aparece en forma de un árbol sin ramas. Un solo tronco erguido fuera del rango del calor de las llamas. En él, algo seco, se reflejan también las sombras, pero ellas tampoco dicen nada.

De frente me veo nuevamente. Guardo la ropa. Entro al animal. Apago el fuego. Escucho las voces y yo les contesto que estoy en mi hogar. Recibí un abrazo. Contesté con un beso. Encendí un cigarro. Me tragué todo el humo y desperté en los huesos de un cuerpo casi terminado, casi acabado.

Había un invierno.
Habían sábanas.
Había sudor.
Habían manos, piernas y otro cuerpo al rededor.

Me rodearon sus risas y me dispararon sus palabras, mientras yo levantaba los brazos y ella sentía mi corazón antes de dormirse en mi pecho.

Los sueños, quizás, me tomaron preso.
Y yo salí de esa cárcel para cruzar el camino.

Texto agregado el 07-07-2018, y leído por 44 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
08-07-2018 Muy bueno! Magda gmmagdalena
 
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