El auto serpenteaba por el camino de montaña. Había neblina y los faros formaban una especie de túnel en la oscuridad. Entonces vi a alguien en medio de la ruta. Tomé el volante firmemente con las dos manos y pisé el freno.
Me detuve a un par de metros de una mujer que agitaba los brazos para llamar mi atención. Su auto había sufrido un percance. Estaba asustada. Traté de tranquilizarla y la conduje hasta mi automóvil. Ella me miraba y yo también presté atención a sus facciones porque me resultaban conocidas.
Era una señora mayor, parecía nerviosa. Había permanecido durante varias horas en ese lugar solitario esperando que alguien se detuviera. Sus ojos asombrados trataban de decirme algo que en ese momento no pude comprender.
Lo entendí treinta años después cuando una mujer estuvo a punto de arrollarme. Frenó justo a tiempo mientras yo hacía señas para que se detuviera. Mi vehículo estaba averiado y ella me ofreció su ayuda. La miré sorprendida al ver que su rostro era idéntico a la mujer que treinta años antes había sido yo.
Texto agregado el 03-07-2018, y leído por 156
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Lectores Opinan
12-07-2018
Que excelente relato,tiene razón Rafita,la historia vuelve a repetirse dice la letra de una canción.
Conmovedor relato*****
Un beso
Victoria 6236013
09-07-2018
Intriga y misterio en un relato corto muy interesante. Gracias por compartir. elpinero