Un cuento para Nina

Se encontraban caminando por los parques del castillo, la Reina Victoria y la princesa Nina, observando las flores de su jardín.

El palacio se encontraba ubicado en lo alto de una colina, rodeado de altas murallas con cuatro torres en cada esquina, desde donde se podía ver el inmenso valle de singular belleza.

El verano bañaba de luz los senderos del palacio; eran tiempos de vendimia y las uvas rebozaban en sus vides.
En un momento ven a lo lejos, cruzando el puente colgante, al Rey Carlos en su caballo azabache que venía de asistir a una reunión de Reyes del condado de Sotavento.

-Buenas tardes, amado esposo-dijo

-Muy buenas tardes a mis bellezas.-replicó el caballero

Nina esbozó esa sonrisa inconfundible mientras corría a abrazar a su padre.

Ya en el salón principal, les comentó que el motivo de su viaje fue tratar un tema por demás preocupante. En el reino del Arcoíris, las nubes de colores ahora se habían vuelto de color blanco.

Se extrañaban las abundantes lluvias multicolores que los deslumbraban

Luego de cada chaparrón un nuevo paisaje cromático que hacía que todo fuese distinto.

Eran estos chubascos los que pintaban los arboles de azul, los pastos de celeste o las ardillas de verde.

¡Tormenta tormenta, pinta los caballos de menta! Se oía gritar a los niños en los prados

Era el asombro y el disfrutes de niños y no tan niños y hacía que cada aguacero le cambiara el color a la vida.

En toda la región estaban en alerta. No era para menos, era el reino del Arcoíris, donde viajaban en verano las familia reales para disfrutar de sus lagos color esmeralda.

Nina lo escuchaba con atención,

-¿Qué pudieron averiguar?-dijo Victoria

- Hemos descubierto que lo ocurrido no fue otra que la obra de Hermes, “el malvado”!- contestó abrumado

El solo nombrarlo hacía que se erizara la piel de cualquiera. Era el más malvado de todos los malvados.

Había convertido con su bastón encantado a todos los cisnes en sapos y se había llevado de un sopetón las nubes de colores.

Nina se aferraba a su muñeca mientras observaba la escena, sabía de las andanzas del brujo del “Reino de las ranas hechiceras” que tenía a maltraer a toda la región.

Unos labradores fueron los que lo vieron lanzando risotadas y asustando a todos los campesinos. Cruel e impiadoso arrasaba todo cuanto se cruzara e su camino.

A su paso, el terrible malhechor se había llevado para su condado las multicolores nubes que hacían el disfrute de todos los habitantes del reino del Arco Iris

- ¡Que podemos hacer!- desesperaba la Reina

-Ya tenemos un plan-anuncio el monarca

Se sabía que el poder del mago era su bastón y que desprovisto de éste poco podía hacer. El plan era engañarlo y obtener su arma mágica. Como decían en palacio: ¡Los magos y los hechiceros son todos embusteros!

La familia real recurrió a la sabiduría de los sapos del estanque, se acercaron y les pidieron consejos.

-Queridos amigos, estamos el problemas; el cruel y despiadado mago hermes nos quitó las nubes de colores.Necesitamos de sus saberes para recuperar la alegría.

Los anuros, tan prestos como dispuestos comenzaron a debatir la mejor forma de robarle el bastón al malvado.

-Amados reyes, temo informarles que la única persona que puede salvarnos del opresor es la princesa Nina.
Menuda sorpresa para los padres, que al unísono respondieron

-¡Nunca vamos a arriesgar la vida de nuestra hija!

El rey Carlos blandió su espada y juró con ella defender a todos los habitantes del reino, dando por finalizada la reunión.

Nina observó todo con mucha atención y sin que sus padres lo supieran se ofreció como voluntaria para salvar el reino. Acudió al llamado de los sapos y con total valentía se puso a su disposición.

-¿en que consiste el plan?- Se le oyó decir

A la mañana siguiente todo se había dispuesto para que Nina con la ayuda de los sapos del estanque, fueran a arrebatarle el bastón al brujo.

Aprovechó que sus padres dormían plácidamente, juntó unos alimentos y bebidas en una canasta y acudió al llamado de los batracios.

De camino se les unieron los conejos, los venados y hasta los duendes del bosque encantado formando un nutrido contingente comandados por la princesa.

Cuando se acercaba el “Reino de las ranas hechiceras” se dieron cuenta que algo andaba mal.

Por detrás del bosque de los arboles encantados fueron emboscados por el brujo que gritó:

Badurrín, badurrán los animales en el pasto están, convirtiendo a todos los que acompañaban a la princesa en cactus.

En esos instantes la heredera del reino quedó sola en medio de los cactús y comenzó a llorar implorando por sus padres.

-Bella princesa, ahora llegó tu turno- gritaba Hermes el Malvado.

Fue en ese preciso momento que irrumpió en el campo la pareja real, que habían sido advertidos por las lechuzas del palacio de la ausencia de Nina.

El rey Carlos con la espada en alto se abalanzó hacia el hechicero mientras que Victoria tomaba en sus brazos a su niña.

Mientras se hallaban en plena lucha, desde del horizonte aparecieron las nubes de colores que enardecidas y cual tormenta lanzaron rayos y centellas color dorado sobre el brujo y su bastón que terminaron destruyendo.

Ya sin fuerzas el brujo se entregó al Rey que fue corriendo a abrazar a su familia.

Las nubes ya liberadas se fueron a cubrir los reinos del arcoiris, los cactus volvieron a convertirse en animales, los duende se fueron al bosque y los cisnes volvieron a ser cisnes.

Los que no la pasaron na bien fueron los sapos del estanque que fueron reprendidos por el Rey que los recluyó en el estanque y a los nunca mas les pidió consejos.

Ya en el Castillo la familia real disfrutaba el reencuentro y convocó a todos los súbditos de la corona a un gran banquete en la que no faltaron bailes y danzas.
El broche final lo dieron las nubes de colores que formaron una gran Arcoiris alrededor del palacio.