Un día simplemente elegiste una nueva mezcla para tus cuadros.
Atrás quedaron los atardeceres de cerros como monstruos dormidos y los ojos rojizos de una niña triste. Elegiste un color más simple, uno que combinara mejor con tus pocas ganas de dar. Y te enamoraste, te enamoraste de una más fácil que yo.
Pero...has podido borrarme? O si raspamos esa capa de pintura, sigo ahí, dibujada con mis trazos bruscos, con mis cejas de bruja y mi mandíbula cuadrada? Has podido borrarme? O solo me ocultaste tras colores estridentes y sin alma?
Yo te sigo pensando. Te me volviste cuántico de tanto viajar al pasado en el recuerdo. Te conjuro en todo tu esplendor, que siempre fue muy poco, más mi amor era benevolente. Mi amor perdonaba y apreciaba tus carencias. Mi amor alcanzaba para engrandecerte.
Yo te sigo pensando. No voy a borrarte como hacen los cobardes y los niños, aplastando el dibujo con las manos llenas de pintura, con odio. Yo voy a usar cada pincel que encuentre y difuminaré con ellos mi tristeza, una y otra vez, hasta que te hagas parte del todo, hasta que no seas detalle, sino fondo. Hasta que solo te encuentre en el decorado una vez cada cierto tiempo, cuando me permita a mi misma el placer culpable de antiguas nostalgias.
Por ahora, seré el punto de fuga de las ciudades de tus pinturas. Seré la luz que se evade en el horizonte, tras los edificios, cerca de la Cordillera guardiana de mis risas de aquel 11 de Octubre. Seré la figura pequeña del cuadro, de espaldas...siempre marchándose.
Hoy me quedo allí donde me pintaste, cariño. Hoy me quedo lejos |