Hechos es una serie de diálogos escritos entre el año pasado y este año donde se ven dentro de lo cotidiano conversaciones entre amigos, parejas y situaciones que se van dando producto de la confianza y el conocimiento de un grupo de personas. Todo lo escrito hasta hoy es ficción. Pero eso no quita que haya puesto palabras mías en boca de algunos de sus personajes. Están inconclusos y seguirán siendo publicados. Ésta es la primera recopilación que hago y están ordenados cronológicamente en el contexto de la historia que se ha ido desarrollando.
Ésta es la tercera parte.
Hay muchos modismos chilenos. Si alguien tiene dudas puedo hacer un vocabulario.
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Tatiana con un celular. Se escucha a Pablo en off.
T- ¿Vas a llegar o no?
P- N... ucho... en... llamo... ato
- Oka, creo que te entendí
- Ven... el túnel... no te... ndo nada.
- Tranqui, yo sí.
- ¿Aló, ahora sí?
- Sí, es que venía en el túnel, no entendía nada. Cómo tay?
- Bien, esperándote po.
- Sí, es que me atrasé un poco, había taco.
- Yap, en cuanto rato más entonces?
- Yo cacho que el bus nica baja por Santos Ossa, así que como en una hora más.
- Yap, voy a ir a la casa de mi tía que está cerca, toy que me meo.
- Ajajaja, ya, dale, te llamo cuando venga en Av España.
- Ya, hablamos más rato entonces.
- Oye, espera.
- Qué pasa?
- Cómprame cigarros y te devuelvo la plata, por fa.
- Ok, nos vemos.
- Gracias, amor.
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Tatiana se acerca a Pablo escribiendo en un escritorio.
T- ¿Qué haces?
P- Escribo un rato. ¿Y tú?
- Veo cómo escribes.
- Jajaja, loca. Te vas a aburrir un día.
- Sí, quizá, pero por ahora estoy súper interesada y entretenida.
- Qué bueno. ¿Y por qué te dio por verme escribir?
- Porque encuentro bacán cuando haces cosas para llenar esos espacios de tiempo que te sobran, además te ves más interesante y me gusta verte así.
- Entiendo. ¿Quieres que te lea lo que acabo de escribir?
- No, no te precoupes, sé que leeré tus cosas algún día, de verdad creo que tienes que publicar algo pronto, a pesar de eso, nunca me han leído algo, pero sigue con lo tuyo. Voy a hacer té, ¿quieres un poco?
- Oka, cargado sí.
- Como siempre.
- Sí, como siempre.
- Quizás más tarde te pida que me leas.
- Está bien, no es aún nada concreto, pero sería bueno que alguien lo escuchara al menos para tomar opiniones más cercanas.
- Entonces dime ahora de qué trata al menos.
- Es como una historia de dos amigos, ambos son policías, pero muy a la antigua, es una ciudad inventada, pero ambientada en Valparaíso como de los años cincuenta. Se ven inmersos dentro de un caso donde el papá de uno de ellos es el principal sospechoso, quien también fue policía, desaparecido hace años, incluso dado por muerto.
- Wow, mucho misterio como veo, qué genial suena.
- Gracias. Mejor te acompaño a hacernos el té, necesito descansar un poco para aclarar ciertos eventos.
- Dale, pondré el mantel entonces y nos sentamos.
- Oka, me avisas.
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Tatiana y Pablo hablando por teléfono.
P- ¿Salgamos?
T- Bueno. ¿Dónde nos vemos?
- En la Pinto no más. Me esperai.
- Oye, calmao, de veras que es lunes, ¿qué onda?
- Voy viajando, pedí permiso.
- Ah buena, ¿la Dani te dio permiso?
- ¿Fue sarcasmo celoso eso?
- Si te digo que no, ¿me vas a creer?
- ¿Vamos a discutir por teléfono?
- Pablo, mañana trabajas, si le pediste permiso a alguien en tu pega y la única persona que sé que trabaja ahí contigo es tu ex, a quién más le puedes pedir permiso, si hasta ella te ofreció la pega... Debo asumir que es tu jefa po, ¿o no?
- Espérame en la Pinto, por fa.
- ¿Dónde vení?
- Casablanca, llego en una hora si no pasa nada.
- Acuérdate que está cerrado Santos Ossa.
- Puta la weá, de veras, ya, entonces una hora y media. Y sí, Tati, la Daniela es mi jefa.
- Buena, qué buena onda. ¿Y te devuelves en la mañana entonces?
- Sí, ¿te quieres ir a mi casa después?
- Ehm, no sé po, tú eres el que se complica a veces porque está tu vieja en la casa.
- Hoy no va a estar.
- Bueno, me voy contigo entonces, gracias.
- Tati, cachai que estoy viajando para verte, ¿cierto?
- Sí, Pablo. Lo sé. Perdón por ser tan celosa, de verdad, no puedo controlarlo, menos ahora, me siento mal por depender de ti en ese aspecto. Cierro los ojos y me paso rollos.
- Dale, tranqui, voy viajando, a verte, en una hora y media más, ahí nos vemos. ¿Sí?
- Sí, en la Pinto.
- Sí, Tati, en la Pinto.
- Perdón.
- Sé que iba a ser un drama, pero tienes que confiar más en mí y en ti.
- Lo sé. Ya, nos vemos, me voy a ir a duchar.
- Dale.
- Ah oye, ¿y qué vamos a hacer?
- Me dijiste que nunca habías visto a los cabros tocando, vamos a verlos.
- ¿Dumo?
- Sí.
- Oh bacán. Qué bacán.
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Leo y Pablo. Un vino en la mesa. Otro bar.
- Leo, quiero hablar contigo. Me pasa algo medio penca.
- ¿Qué pasa, muchacho?
- La Tati, está dudando mucho, me colapsa un poco eso. No sé si hice bien en aceptar la pega que me ofreció la Dani.
- Mmmm, la verdad, creo que es un rollo netamente por el tema de la Dani. Si fuera cualquier otra persona la que te hubiese contactado para el trabajo, no sé si la Tati se estuviese comportando así. Es cuático ser celosa a ese nivel, sabes que estás mal, pero la rabia sale. Igual la entiendo, yo creo que estando con alguien sería celosa igual, pero no creo que en esos parámetros. A mí igual me han cagado, igual me han tratado mal, igual me han hecho weona, pero creo que necesariamente, ahora, después de todo, los celos son un arma de autodefensa por tanta duda y tanto engaño. Además de obviamente la materialización de la relación como propiedad y necesidad.
- Wow, no sabía que eras celosa, Leo. ¿Qué se te ocurre o qué haces tú en esos casos?
- Ehm, la verdad yo nunca me relajaba, es como una forma de llamar la atención tan fuerte que no se te pasa hasta después de horas. Tu problema es serio, estás trabajando con tu ex porque terminaron en buena, eso no le da seguridad a la Tati, la inseguridad es lo peor, la capacidad de inventarse una historia gigantesca con ella y tú entre la relación que tienen ustedes dos ahora es el peor enemigo con el que tienes que lidiar. Es severo, creo que trabajaría a nivel más psicológico ese aspecto de su cabeza.
- ¿De verdad crees que necesita un psicólogo?
- Sí, tú no tienes idea de cómo quizá haya sufrido antes de encontrarse contigo en el camino y abrirse a tener una relación diferente a todas las demás, llena de sorpresas, buenos tratos, discusiones que terminan bien y todo eso, nadie está acostumbrado a estar con alguien como tú, Pablo. Hay que reconocer que eres un ángel a veces y que lamentablemente Tatiana solo haya conocido demonios.
- No me trates así, sabes que igual sigo siendo un tonto en algunas facetas.
- Sí, lo sé, pero sé también que jamás golpearías a una mujer, ni jamás vas a ser infiel, casi nunca levantas la voz en una discusión y tratas de estar tranquilo cuando argumentas con alguien, eres muy pacífico y no es algo malo, quizá nunca hayas tenido una crisis nerviosa o nunca nadie te haya sacado de tus casillas y de verdad espero que así se mantenga, eres un buen hombre, Pablo. Si no estuvieras preocupado por tu situación con Tati no estarías acá conversando conmigo y menos escuchándome decir todas estas cosas tuyas. Entrégate con todo y trata de darle la seguridad que necesita, no sé cómo lo lograrás, pero no veo maldad en ella tampoco, simplemente veo una desconfianza por las experiencias que ha tenido en el pasado, perdón por sonar tan así con ella, de verdad la quiero harto, se han hecho tan bien estos meses, pero a veces creo que te echará abajo lidiando con sus monstruos.
- Sí, entiendo, veré cómo lo resuelvo.
- Siempre encuentras una forma, hombre. Espero sea una buena solución cuando lo resuelvas.
- También lo espero.
- ¿Quieres fumar?
- Dale, pero no ando con fuego.
- Yo sí.
- ¿Te sirvo más vino?
- Gracias, buen hombre.
- Te quiero, Leo.
- Y yo a ti, Pablo.
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Tatiana y Pablo. Caminando cerca de Portales con Matta. Cerro Placeres.
P- ¿Cuándo fue que te dije que me gustaría pasar por acá?
T- Creo que fue hace como un mes. No me acordaba bien.
- Pero te acordaste po. Nunca había venido a pie hasta acá.
- Yo subía a pata a veces, si no pura micro o coleto, cuando venía atrasado a la U.
- Ay de veras que estudiaste acá, El Sansano.
- Ajajaja, no me siento tan Sansano la verdad, nunca me llegó esa volada del honor de la universidad y representar a la casa de estudios.
- Qué fome.
- Sí, fome. Pero así tengo una onda más piola, no me da lata que hablen mal de la U, igual me cambié después. Yo creo que mejor dejar de lado esa como competencia de escuelas y liceos, es una utopía, lo sé, pero creo que no existiría esa weá si de partida todos tuviésemos las mismas oportunidades a la hora de estudiar profesionalmente algo.
- ¿Por qué entraste acá entonces?
- Porque me ofrecieron beca acá primero. Y además me quería quedar en Valpo. Nica me iba a Stgo.
- Eso si lo defiendes, ¿no?
- ¿Qué cosa?
- Tu intrínseco y apegado sentimiento a tu ciudad.
- Jamás me iría. No creo poder. O sea, de viaje y vacaciones demás, pero vivir en otro lado, no me llama la atención.
- Yo me enamoré de Valparaíso, creo que tampoco me iría, menos ahora.
- Menos ahora.
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Pablo y Tatiana. Conversando tranquilos, pero Pablo más angustiado que ella.
- Pablo, quiero que sin peleas, sin discusiones y sin ánimo de hacer papelones nos demos un tiempo.
- Lo sabía, pero nunca quise reconocerlo.
- Estoy tomando la iniciativa en esto. Quiero que sea un tiempo, no sé cuánto, pero en mi cabeza es volver a echarte de menos. Han pasado tantas cosas en tan poco tiempo que tengo que replantearme mi vida, mi espacio, mis cosas. En serio. Perdóname, pero lo necesito.
- No te he dicho que no. Es triste y lo encuentro salvaje. Pero estamos bien, ¿cierto?
- No me pidas respuestas a esas preguntas en este estado, por favor, Pablo. No me lo hagas más difícil de lo que ya está siendo.
- Pero es que... no. Dale. No diré nada más. ¿Dónde te vas?
- A mi casa.
- Ésta igual es tu casa.
- Pablo. En serio, no me busques de esa forma, no ahora. Mañana viajo. Pero hoy me quedaré contigo.
- No sé si sea necesario.
- ¿No quieres dormir conmigo?
- No es eso. Es que mañana me tengo que levantar temprano. Quería pasar más rato igual contigo. ¿De verdad te vas mañana?
- Sí.
- Entonces acostémonos al tiro.
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Pablo y Leo. Fumando sentados en una plaza.
- No sé, Leo. No quiero pensar en ello.
- Sácalo afuera, Pablo. No debes dejarte llevar por la pena.
- Creo que mi cuerpo y mi mente lo necesita, de cierta forma.
- Ok, entonces vívela. Pero no te dejes llevar mucho tiempo en su corriente, sabes que has pasado por esto otras veces.
- No, esto es diferente. Esta vez realmente es diferente.
- Es solamente química, hombre.
- Pero está haciendo reacciones brígidas, por eso sé que es diferente.
- Bueno, ¿y qué tienes pensado hacer?
- Esperar hasta más no poder.
- Eso está mal y lo sabes.
- Desde ahora en adelante quiero hacerlo todo mal, porque haciéndolo bien nunca ha funcionado.
- Eres un tonto, Pablo. A veces me sorprende ser tu mejor amiga.
- Lo siento, Leo. Perdón.
- Mientras te sientas bien contigo, no me pidas perdón.
- ¿Vamos por un vino?
- Ahora estamos hablando mejor. Vamos, Pablo.
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Pablo durmiendo pero con señales de que pronto despertará, Tatiana está acostada mirándolo apoyada en su brazo derecho apoyado sobre la almohada. Es de mañana y Tatiana tiene hambre, pero ha decidido no levantarse sin antes que Pablo despierte. Ella está atenta a los movimientos de Pablo. Sabe que Pablo está soñando y ha escuchado un par de palabras y balbuceos durante unos momentos. Se ha aguantado el despertarlo y está lidiando con la ansiedad de saber qué estará soñando. Su cara indica la paciencia que se marca hasta el día de hoy. Su mirada es como la de una madre deslumbrada por la tranquilidad y la respiración apacible de su hijo. Pero también el amor sempiterno que existe en la profundidad de los ojos de ambos cuando están a punto de darse un beso. Sonríe y suspira sin quitarle la mirada de encima y de pronto se da cuenta que la felicidad que tanto esperó existía dentro de ella y una lágrima se desliza lentamente por su mejilla pensando en que Pablo descubrió la forma de abrir todas las puertas para que entrara la luz. Cierra los ojos para relajarse un momento y cuando los abre nuevamente, Pablo está despierto con la misma cara de admiración observándola. Está sorprendido por la calidez de sus mejillas y el pelo desordenado de la figura matutina. Pablo acaba de reconocer que la persona que tiene al frente es la persona que ama y piensa amar todos los siguientes días de su vida. Abre la boca y Tatiana se acerca sin decirle nada para besarlo con todas las ganas.
- Amor, soñé que te ibas y era una pesadilla
- Estoy aquí, Pablo. Me voy a quedar contigo. Te amo.
- Yo también te amo, Tatiana.
- ¿Qué salía en tus pesadillas?
- Me pedías un tiempo y sin peleas.
- Vaya forma de irse de ti. Ojalá no se me ocurra una idea tan estúpida ahora que estás aquí.
- Quiero estar siempre. Al menos eso intentaré.
- Yo también estaré.
- Quiero escribir de esto.
- Hazlo entonces, Pablo. Cuéntales a todos lo que me contaste a mí cuando me conociste.
- "Pablo y Daniela cruzando por Avenida Argentina vereda este en dirección a Barón."
- Así mismo partió nuestra historia.
- Así mismo la escribiré yo.
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