Hace poco tiempo que Raquel y Mario estaban casados, no más de 1 año, son una familia joven. "Están recién empezando a vivir la vida" dirían los más viejos. Se aman. Ambos profesionales con casa propia y un proyecto de vida por delante, como todos lo que creen en el matrimonio, quizás con un futuro no tan prometedor pero una vez que se firma el papel decía la madre de ella, se sabe que es para siempre. "Prometo serte fiel en lo próspero y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad. Amarte y respetarte todos los días de mi vida". Esa era la frase que su madre siempre le repetía a su padre, la escucho desde pequeña, era casi una broma entre ellos, parte de la tradición familiar, pero que de alguna forma la preparó para un destino ya trazado. Era la frase favorita de su madre y la de ella también. La adoptó pues sus padres habían sido muy felices y un patrón que funciona se tiende a imitar. Esa eran las palabras que le sustentaban toda la vida al lado de él. Ella era creyente.
Fernanda los visitaba con frecuencia, Ferni, en especial se quedaba todos los fines de semana, sagradamente. Era la hermana menor y única de Raquel. La muchacha siempre acompañó a la pareja en todas sus salidas, desde muy niña cumplió el rol y el juego de ser la hija de ambos, como si se adelantase un proyecto de familia en común o se jugará al papá y a la mamá medio en serio. Aunque ahora Raquel tuviera problemas para tener hijos, tenía el apoyo incondicional de su marido y de la frase aquella. Todos los fines de semana Ferni después de la Universidad venía a compartir tiempo con ellos, a acompañar a su hermana que era la única familia que le quedaba pues los padres de ambas habían muerto en un choque, "sólo se tienen a ellas mismas" , como dice la gente para proteger y reafirmar el lazo de la sangre.
La película de este fin de semana no es tan entretenida y Raquel no se siente muy bien, Fernanda, Ferni le prepara un té. Son las 10 de la noche. Después de unos minutos el sueño invade a la dueña de casa, se va a acostar temprano, se pierde el final de la película y deja a su esposo con las visitas, otros amigos que van a la casa, otra pareja de recién casados. Raquel está preocupada siente hace semanas su cuerpo extraño, no le ha llegado la menstruación, piensa que puede estar embarazada pero no quiere contarle nada a Mario, después puede matarle las ilusiones como las veces anteriores. Se queda dormida pensando en "como sería todo si" , a lo lejos siente las risas y las conversaciones de los demás. Abre los ojos y ve la hora titilando en la radio reloj de su velador, los números rojos indican las 2 de la madrugada. Siente tenues ruidos en la pieza de al lado, sigilosos, las visitas se han ido, nadie más parece quedar en la casa. Mario debería estar en la cama.
Ella también memorizó esta frase "Recibe este anillo como signo de mi amor y de mi fidelidad. En el nombre del Padre, del... Hijo, y del Espíritu Santo". Toma un sorbo del té, ya helado, que le preparó su hermana Ferni y se mete al fondo de la cama, recogida. El ruido no cesa, está casi solapado, cauteloso, fatal. Ella acaricia con su mano izquierda el vientre. El frío del oro 18 kilates le para los pelos del cuerpo.
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