CALLE EMPEDRADA.
Entre febreros y abriles, llegaba la lluvia majestuosa, bailando su danza cristalina ,golpeando las piedras que candorosamente abrazaban las calles argentadas de mi pueblo ; otras veces,muy pocas, le acompañaba un granizal cubriendo con su manto blanco y granulado aquella calle inclinada que partía desde la casa materna hasta la plaza de armas. ¿Cómo olvidar su níveo resplandor de crisálido conubio, agitando mi espíritu? ¡ que tiempos!, ¡que eternidad! , ¡que aroma!, ¡que intensidad! , remueve mis recuerdos.
El efuvlio de la lluvia ,su llanto y su grito precipitado , cubrían la calle, mientras, cientos de minúsculos riachuelos llenaban los cauces que se había formado en decenas de años entre piedra y piedra, dibujando fantásticas figuras que revoloteaban en mi mente tratando de descifrarlas. Calmada la lluvia, el viento desarropaba el rebozo de nubes que ennegrecían las tardes y el padre sol sentado en su carruaje de fuego, asomaba sobre el «Pahuarchuco» reverberando aquellas piedras azules y púrpuras colocados en las calles de mi pueblo.
Era hermoso cuando, los jinetes montados en caballos de paso, ingresaban al pueblo ; apenas los herrajes de sus cascos tocaban sus piedras , brotaban chispas luminosas ;¿Cómo olvidar parte de mi infancia unida a ti calle «San Martín» , y no ver y recordar en mi mente ,aquél espectáculo que daba don Hermes Guillén, en las fiestas de abril, montando hermosos caballos de paso con apero de plata , bajando por aquella calle de ensueños para participar en los concursos de caballos de paso, en honor a Santo Toribio?. ¿Cómo olvidar el traqueteo de mi carro de alizo y las mil piruetas bajando desde el alto de « San Juan Cruz » hacia la plaza de armas ,haciendo un infernal ruido con sus llantas de madera?. - Cuantas emociones y recuerdos de aquella vieja calle empedrada,donde cada treinta de abril bajaban los toros bravos para la corrida en honor a Santo Toribio, patrono del pueblo. Recuerdo que , cuando bajaban los toros ,se disipaban las almas hasta quedar en silencio, ni un quejido, ni un resollar agitado ,los balcones que daban a la calle , repletos de gente preparándose para ,disfrutabar del espectáculo.
Por el Alto de «San Juan Cruz» los mujidos y el griterío se confundían en una sola palabra:
- ¡Torooooo! .....¡Toroooooo! ¡ toroooooo!. -

Temblaba la tierra alrededor de las casas de tapial. Los toros colmaban. la calle empedrada En esta comitiva ,nunca faltó un personaje pintoresco , que ha quedado grabado en mi ser y creo ,en la historia del pueblo: El grán «Shanti cuy», de estatura muy pequeña de aproximadamente un metro de altura y unos 40 kilos de peso ,era un ser angelical, de rasgos finos ,desgarbado ,de ojos de niño vivaz y ,protagonista de una valentía sin igual , no sólo era el infaltable acompañante de la multitud que traía los toros bravos desde las punas donde moraban ,sino que era un torero que , entraba al ruedo huajayllánodose, con su bolo de coca y varias copas de alchol encima ; bailando y bailando de un lado a otro, se acercaba al toro con su sombrero en una mano y la otra en la cintura,burlando a la muerte.

J.Corvera ( relatos pueblerinos)