Fueron compañeros de instituto de mi hija varios años hasta que ellos tres decidieron cambiarse a otro más fácil.
Ya por aquella época tonteaban con los porros pero fueron a más.
Me cuenta mi hija que el otro día aparecieron por la discoteca donde celebraban el fin de los exámenes de Selectividad. Rita , una de las mejores amigas de mi hija, se puso a llorar al ver a su mejor amigo desde los dos años extremadamente delgado y demacrado. Es un chico bueno e inocente que se dejó llevar. Como los otros dos que lo acompañaban. Solo tienen 17 o 18 años.
Le pedí a mi hija, ciertamente conmovida, que se callara pues su historia me hacía daño.
¡ Qué pena, Dios, que en edad de plenitud estos chicos se quemen la vida con las drogas para convertirse en despojos! ¡ Qué pena!