La juventud actual ya no recuerda los nombres de los grandes compositores de antaño como Facundo Cabral, Mercedes Sosa o Silvio Rodríguez. En su lugar ahora recuerdan a personajes como Don Omar, Pitbull o Tego Calderón, los cuáles componen abominaciones que en lo absoluto pueden considerarse "música", pero que con sus ritmos pegajosos, letras repetitivas y mensajes nulos satisfacen los muy poco exigentes gustos de los jóvenes de casi todo el mundo. Y es que esa es la triste realidad con la que uno se topa luego de constatar que Despacito fue no nada más la canción latina más escuchada durante el 2017, sino también la más escuchada en todo el mundo. No sólo ha logrado batir records alrededor del orbe, sino que ahora, para colmo, es la pieza "artística" que con más "orgullo" representa a América Latina y a su gente ante el resto de la humanidad, lo cuál me hace, más que fruncir el ceño disgustada, sentir tremendamente asqueada y decepcionada de la humanidad y la posición complaciente que toma ante ciertas cosas.
Y es que, dejando de lado el hecho de que Despacito sea algo incluso más odioso y despreciable que El taxi del ya mencionado Pitbull y de que (como suele ocurrir en todas las composiciones del reggaetón) su letra sólo hable de la práctica de sexo sucio y a casi toda hora; lo más deleznable es que esa "melodía" continúa fomentando estereotipos negativos contra los latinos. ¿O a poco a ustedes les agrada que nos represente algo que dé a entender que los habitantes de Latinoamérica somos unos animales brutos y sin cerebro, ávidos únicamente de sexo desenfrenado y dinero fácil? ¿O es agradable que la gente llegara a pensar que las latinas están conformes y contentas con no ser más que "un par de tetas", "un culo para el perreo" o "tres agujeros que hay que rellenar"; como insinúan a cada instante los intérpretes del género? Y repito: ¿les gusta en verdad que algo tan malo los represente en Europa, en Asia, y que la gente de esos lares piense que todos, invariablemente, somos así? Bueno, quizás no hay que preocuparnos mucho al respecto, puesto que allá también Despacito pegó de lleno, y fue muy gustada por el público. Sin embargo, sospecho que el secreto de su éxito residió en su ritmo, ya que la gran mayoría de quienes la escuchaban con deleite ignoraban el significado de su letra. Ahora me pregunto si, al oírla nuevamente, pero con una debida traducción, les seguirá agradando a pesar de su pésimo contenido. Tal vez sí, o probablemente no, o quizás simplemente el estereotipo que ahora se propagará es que la región de América Latina es incapaz en la actualidad de producir verdaderos cantautores de calidad...lo que tampoco sería bueno.
Lo que más aborrezco de todo es que, a pesar de todo lo anterior, los medios aplauden el éxito de ese bodrio, y nos piden que todos, sin excepción, que nos sintamos orgullosos de algo tan malo. Pues yo me planto, me revelo y grito: "¡No!". Yo no me enorgullezco de esa porquería, yo nunca diré que algo así me representa remotamente, y mucho menos a la raza latina. Yo no deseo que nos recuerdos por esa "canción" ni que gane los centenares de premios que los noticieros y revistas esperan que "merecidamente" reciba; y no, no es porque sea malinchista, sino porque, simple y sencillamente, eso NO ES NI SERÁ NUNCA ALGO BUENO, y ya estoy harta de ello y de tener que repetirlo a cada rato. Muchos, estoy segura, no estarán de acuerdo con este particular punto de vista mío, y muchos se presentarán a insultarme o a defender a Despacito; mas si alguien coincide aunque sea un poco conmigo, me sentiré menos sola en este mundo, y sabré que no todo está perdido. Cualquiera que sea su opinión, pueden firmar el presente manifiesto y hacerme llegar sus ideas. No soy sólo una mujer rabiosa ni problemática ni urgida de atención (como muchos seguro han de suponer), solo deseaba exponer un tema que desde hacía tiempo tenía guardado en mi cabeza.
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