Mi flor de canela, hoy es una de esas heladas mañanas de invierno limeño, en que los geranios amanecen poco arrebatados, las rosas poco fragantes y las buganvillas encrespadas, de repente despierto contigo en la mente, atontado, suprimido de mi realidad, abro los ojos y me desperezo, y otra vez te ausentas y resides en ese vacío de angustia que convive conmigo. El calor escapa de mi habitación por el marco de la ventana que destruimos. Veo a través de los visillos, no hay sol, el cielo sucio y gris, la tristeza de los árboles, y esa sensación desesperanzadora de seguir teniendote en la mente con la conciencia sucia.