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Cuento


La distancia de la cercanía

—Hola, ¿Estás por ahí? —se oye una voz por los parlantes del Notebook— ¿Podemos conversar?
—Hola… sí claro que podemos conversar —responde otra voz— ¿Quién eres tú?
—Tal como lo ves escrito, soy la Flaca.
—Hola Flaca, y tal como ves escrito, yo soy el Viejo.
—Hooola Viejo ¿Cómo estás?
Así comenzó la historia...

Se conocieron chateando por Internet, por medio de un programa de voz.
El tiene por seudónimo: Viejo, Ella: Flaca. Viven en la misma ciudad aunque en barrios distantes uno del otro.
Ella, estudiante de literatura, veinticinco años. Él, escritor, hombre ya con bastantes años, sesenta o un poco más.
De inmediato entre ellos se establecen lazos de confianza, que se nota no es fingida por ninguno de los dos. Es bien sabido que en este tipo de comunicación a través de Internet el anonimato en complicidad con las distancias dan para muchas cosas, entre ellas, mentiras, fantochería, falsedad, engaño y otras situaciones que a cara descubierta una gran mayoría no las diría ni las haría.

Inmediatamente esa afinidad los llevó a expresarse con naturalidad, espontaneidad y sobre todo con verdad.
Ella contó en que barrio de la ciudad vivía, la carrera que estudiaba, el nombre de la universidad en la cual lo hacía, sus gustos, sus hobbies, sus planes futuros, etc. Contó que salía hace ya un tiempo con un compañero de carrera con el que incluso estaban haciendo planes para casarse al terminar sus estudios.
Ella no está muy segura de que lo que estudia sea su verdadera vocación, pero de todas formas le cuenta que su interés es el arte en general, sobre todo la literatura.

Él le contó que escribe cuentos, poemas y narraciones de situaciones o vivencias reales hechos ficción, escritos que normalmente publica en Internet.
Cuando ella le preguntó la edad, estuvo a punto de mentir olvidándose de unos cuantos años, pero recapacitando optó por la verdad, le cuenta que tiene 63 años, que es jubilado, pero que igual realiza trabajos esporádicos, diciéndole además que le revela su verdadera edad para que ella sepa con quien está hablando, al presumir que los temas de conversación pueden no tener afinidad a pesar del interés de ambos por la literatura, pero con una diferencia considerable en la edad.

Generalmente cuando uno busca en forma conciente y responsable con quien tener comunicación por Internet elige personas que además de tener afinidades tengan una edad más o menos parecida. No así para aquellos que solo buscan diversión y engaño a través de la red.

Él le cuenta que tiene un sitio en Internet donde vuelca todas sus inquietudes literarias, mientras tanto le escribe la dirección virtual para que ella lo visite.
Después de conversar por unos diez minutos más se despiden prometiéndose ambos a volver a encontrarse en la virtualidad de Internet.
—Chao Flaca.
—Chao Viejo.
.................................

—Hola Viejo.
—Hola Flaca ¿Cómo estás?
Es ella la que vuelve a entablar conversación, ha pasado como una semana desde que se conocieron.
Ella le cuenta que ha estado leyendo los poemas que él escribe en la página de Internet, también los cuentos y tanto poemas como cuentos la han cautivado. Poco a poco van haciendo de esto el principal tema de conversación, además de trivialidades e incluso algunas bromas que nacen de la propia complicidad que se va dando entre ellos.
Poco a poco con los días, las conversaciones además de la lectura de poemas, ella va notando que se siente atraída por él a la vez que se va enamorando del viejo escritor, que para ella pasa a ser el mejor de todos, muy a pesar de los Benedetti, los Cortázar, los García Márquez, los Neruda y otros más. Con ese sentimiento que crece se olvida de diferencias, incluso de la edad.

Continuamente chatean, prácticamente todos los días. Ella insistentemente busca la forma de conocerlo, el siempre busca pretextos para que aquello no ocurra, aunque en el fondo de su ser quisiera que este encuentro fuera realidad, pues no puede desconocer que su macho semidormido algo está sintiendo por aquella joven mujer.
Él siempre le hace notar las diferencias, ella no quiere entender e insiste en que se vean. Le pide dirección y que si no se la da amenaza con no llamar más, ella también se da cuenta de la atracción que ejerce sobre el escritor.
........................

—Hola Viejo.
—Hola Flaca hermosa.
—Chao Viejo.
—Chao Flaquita.
........................

—Hola Viejito, quiero verte.
—Hola Flaquita, hoy no, otro día.
—Chao, mi viejito lindo, quiero verte.
—Algún día Flaquita, algún día.
..........................

Él se cuestiona por qué no acepta lo que ella pide, ya que si bien tiene sus años no se siente viejo, por eso mismo quisiera vivir los últimos estertores de juventud con esta mujer joven, apasionada, enamorada y que es dueña de sus actos.

Mientras todo esto se va desarrollando ella sigue viendo, aunque en forma más distante, al joven compañero de curso con el que anda desde hace ya dos años. Por su lado el viejo escritor no ha dejado de ver a la mujer que lo ha acompañado por los últimos años, mujer también bastante menor que él, divorciada y con hijos grandes. No hay noche en que esté con ella, una a la semana, en que no piense que está con su joven enamorada, por otro lado su pareja tiene una hija que tiene más o menos la misma edad que la chica de Internet...

La joven estudiante está decidida a conocer a su escritor. Con lo que ha ido sacando de las conversaciones con él, como en que barrio vive y en qué sector y algunos otros datos de la red, se ha hecho un idea de donde podría encontrarlo. Con una compañera que conoce sus inquietudes idean un plan para llegar hasta el escritor.
En un plano de la urbe donde viven, por descarte aunque más por intuición femenina según ella, demarcan un sector de la ciudad en el que está ella segura que vive él.

El plan consiste en hacerse pasar por encuestadoras puerta a puerta, de hábitos de la población con preguntas como en que ocupan el tiempo libre, gustos, hobbies, intereses intelectuales, uso del computador, Internet, redes sociales, que ven en televisión etc.
Recorren el sector seleccionado entrevistando familias de distinta edad, viudas, solteronas que viven solas, viejos jubilados que también viven solos, siendo en estos últimos casos cuando ponen mayor interés dedicando más tiempo en cada entrevista.

Pasan los días, no lo encuentran, pero ella no quiere detenerse a pesar de todas las disuasiones de su amiga, siempre ella insiste en seguir, asegurando que ese día lo van a encontrar. Con distintos puntos de viste entre ambas, incluso algunas discusiones así van pasando los días. Su compañera, que además de ser varios años mayor que ella, por lo tanto con muchas más experiencias vividas, parece estar más cuerda al asegurarle que es muy difícil que logren lo planeado.

Cuando la Flaquita y el Viejito chatean por las noches ella le asegura que se van a conocer muy pronto, que en cualquier momento ella le dará una sorpresa y por lo tanto que esté preparado.
Esto a él no lo dejaba indiferente, en su fuero interno se producía una lucha sin cuartel entre el hombre maduro con aquel con arrestos de juventud e ímpetu de macho. Ensimismado en un mar de dudas pensaba que si ese momento llegaba como lo enfrentaría, sobre todo quien vencería, el maduro o el aún fogoso.

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Tocan el timbre en la puerta de un departamento, son dos hermosas muchachas, una joven y la otra un poco mayor, que se identifican como encuestadoras de una universidad, solicitando ser recibidas.
Después de darse cuenta de que no son vendedoras o promotoras de ilusiones, religiones o planes telefónicos las invita a pasar, no sin antes decirles en tono de broma que vive solo pero que no tengan ningún cuidado, se declara tranquilo, serio y además inofensivo.

Quien las recibe es un hombre canoso de edad indefinida, que con amabilidad las hace sentirse muy cómodas.
Se nota un hombre educado, viste modestamente pero casi elegante, estatura regular delgado, sólo que con ciertos ademanes torpes que denotan nerviosismo.

Ellas preguntan por los gustos de él, sus pasatiempos, en que trabajó en su juventud, si le gusta la lectura, si alguna vez se le dio por escribir sus memorias, su opinión sobre la computación y otros temas afines.
La entrevista se alargaba más allá de lo acostumbrado, ella nerviosa presentía que estaban en el lugar al que quería llegar. Entre sus preguntas mencionaba algo de sus gustos propios e intereses para ver las reacciones del hombre. Así siguieron hablando, hablando, haciendo preguntas, oyendo respuestas, buscando indicios entre palabras esperando reacciones.

El las invitó a tomar una taza de café, nunca habían aceptado ninguna atención en las decenas de casas que habían visitado, aquí fue la excepción.
El sirvió café con galletitas, las atendió en forma extremadamente amable, sobre todo con ella, ella se dada cuenta de que él la miraba en forma muy especial lo que no hacía con su compañera. Sí, aquí era su puerto de destino, estaba segura.
Muchas, mejor dicho, casi todas las respuestas coincidían con lo que ella quería escuchar, expresamente dejó para lo último las preguntas que le darían la respuesta esperada.

Era ella la que hacía las preguntas mientras su compañera escuchaba y escribía o parecía que escribía.
—¿Le gusta leer?
—Sí, mucho, leo de todo.
—¿Le gusta la poesía?
—Sí, me gusta bastante.
—¿Ha leído poesía de Neruda?
—Sí… algo he leído…algunos poemas —dijo él algo dubitativo y mirándola a los ojos—. Si quieres te recito un poema.
—¡Sí, sí por favor! —respondió ella nerviosa y sonrojada, mirando a su amiga como diciéndole — ¡Es él!
—“Desde el fondo de ti, y arrodillado un niño triste, como yo, nos mira…
… yo no lo quiero, Amada.
Para que nada nos amarre
que no nos una nada…

Y él recitó completo ese gran poema de Neruda titulado “Farewell”
Ella ya no cabía en sí, exaltada con euforia disimulada miraba a su amiga, lo miraba a él, volvía a mirar a su amiga… ya no sabía dónde más mirar.

Él un poco cohibido después de recitar Farewell se sintió arrepentido de su entusiasmo a la vez que pensaba que no debiera haber dado a conocer sus gustos y preferencias íntimas.
—¿Que hace en sus ratos libres?.
—Veo televisión.
—¿Qué ve?
—Noticias, futbol, programas de entretención y casi todos los programas de farándula, que me entretienen mucho, me llevo el día en eso.
—¿…….? —perpleja miró a su amiga.
—¿A qué hora escribe?
—No, no escribo, yo no escribo.
—¿Y entonces?
—¿Entonces qué?
—¿Tiene computador?
—Nooo, creo que nunca voy a tener, a mi edad eso ya no es para mí, además no sé nada de computación ni de internet, menos de eso que hoy llaman redes sociales, correo electrónico, chateo y no sé cuántas cosas más que para mí son como hablar en chino.
.
La taza cayó sobre la mesa y el poco de café que quedaba en ella se derramó sobre el papel donde escribía su compañera encuestadora.
Ella, rápidamente pasó de la euforia disimulada a una desilusión inesperada mientras que el rubor, por el entusiasmo, en su rostro a una palidez casi cadavérica.
Miró a su amiga como diciéndole que ella siguiera con la conversación. La amiga entendió muy bien la mirada e inmediatamente se puso de pie diciendo que tendrían que retirarse para hacer otras visitas antes que fuese muy tarde. Agradeciendo la buena disposición a la encuesta además de la atención brindada ambas rápidamente se retiraron.

Mientras esperaban el autobús que las llevaría a su barrio ella, con cara de tristeza le dijo a su compañera:
—Me hubiera gustado enormemente que el último hombre que entrevistamos hubiera sido mi amor virtual, puesto que así lo he idealizado en mis sueños. Claro que nunca con esos gustos de televisión tan simples, mucho menos con esa ignorancia manifiesta en computación, Internet, redes sociales, chateo y todo eso.
Su compañera le dijo:
—Amiga, me vas a perdonar, pero ya no te voy a seguir acompañando más en tu aventura, me he convencido que nunca lo vamos a encontrar.
—No importa —dijo ella— pediré a alguien que me acompañe y si nadie quiere hacerlo seguiré sola hasta encontrarlo, igual quiero que sepas que agradezco tu ayuda amiga.
—Desiste amiga enamorada de un imposible, desiste… no lo vas a encontrar, olvídalo… yo sé que no lo vas a encontrar. Te puedo asegurar que es posible que todo esto haya sido todo una mentira… aunque mejor piensa que fue un sueño.
……………….

Por la ventana de su departamento del tercer piso él observó como las dos jóvenes subían a un autobús, ella fue la primera en subir, la compañera de más edad, antes de subir se detuvo unos instantes mirando fija y detenidamente hacia aquella ventana como sabiendo que eran observadas, luego levantando levemente su mano derecha hizo movimientos como diciendo:
—Adiós amigo, entendí todo muy bien, siga escribiendo, yo también lo voy a leer sus poemas, incluso es muy posible que algún día de estos lo venga a visitar para hablar de poesía y muchas cosas más… e inmediatamente subió al autobús que se perdió al final de la calle.

Él se alejó de la ventana, se sentó en su silla giratoria pensando en todo aquello que había sucedido. Luego de tomar una taza de café bien caliente se puso a escribir, sin dejar de hacerlo, hasta llegar al final del cuento que tenía esbozado en su computador: “El viejo y la flaca” no sin antes cambiar el título a “La distancia de la cercanía”


Muchas veces lo cercano parece distante y sin embargo está a la vuelta de la esquina, pero aún así siempre pueden haber distancias que separan.

Incluido en libro: Cuentos de vientosur
©Derechos Reservados.

Texto agregado el 13-06-2018, y leído por 215 visitantes. (14 votos)


Lectores Opinan
01-08-2019 Felicidades por este gran relato, comparto las opiniones vertidas por SOFIAMA en el punto 2. Un gran abrazo amigo, sigue regalándonos tan hermosas historias. Saludos. clandestino
14-06-2018 Me encantó amigo y me dolió cuando no te dejaste reconocer porque era evidente que ella ya te amaba y tú a ella. Creo no hay nada mejor que si se llega a conocer de esa forma,lo mejor es verse... La edad es solo un número y es evidente que una persona de edad,puede dar mucho mas amor y contención que un joven,aunque esto termine al pasar de los años. Me encantó y me dejó una sensación de tristeza por ella.***** Abrazo Victoria 6236013
14-06-2018 No sé si se trata de simple admiración de parte de la chica o un caso de gerontofilia. Como sea, un cuento muy creíble Vicente. Un abrazo, sheisan
13-06-2018 1. Ah… ¡Vicente! ¡Qué historia tan hermosa y tan bien hilvanada! Me hechizó ese toque de encanto y desilusión mezclado con el comportamiento tan característico del hombre tímido que le teme hasta a su propia timidez. Retrataste una historia que hoy día por normal, nadie se detiene a analizar ni a comprender; mucho menos, a escribir sobre ésta. SOFIAMA
13-06-2018 2. La estructura que le diste a la trama está muy bien lograda: manejaste bien el leitmotiv que debe contener cada obra de arte que se precie de tal. Me gustó el suspenso tan sutil que envuelve la trama a medida que se desarrolla, pero sobre todo, esas pinceladas de romanticismo tan bien dosificadas. SOFIAMA
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