Me levanto temprano con el último impulso de mi batería casi descargada (el sueño agota). Enchufo el conector al aparato adosado a la pared. Del otro extremo lo empalmo con la entrada H-D de la parte posterior de mi cuello, me siento al borde de la cama.
Siento como aquella corriente revitalizante ingresa en mi sistema encendiendo todos mis órganos. Sólo son quince minutos los que necesito, el resto lo hará el ¨sistema¨.
Me estoy cambiando y el televisor se enciende programado en el canal de noticias. Las presentadoras conectadas ya al ¨sistema¨ nos inundan con informaciones desagradables mientras sonríen, nos hablan de acontecimientos criminales mirando sus tables; entrevistan a pobres personas acomodándose sus ropas para que la entrada H-D no se vea. Dudo entre la marca de zapatillas que debo usar, no sé cuál será la más indicada para el ¨sistema¨, ¡en fin¡ lo intuyo; meto mi billetera inundada de plásticos obsequiados por el ¨sistema¨. Voy al trabajo.
La oficina ya está encendida. Todos nos reímos, nos saludamos, conversamos mucho sobre los ¨programas sistema¨ del canal nueve o cuatro; comentamos la ocurrencia de cómo aquella combatiente se quedo sin energía en pleno programa en vivo, ja, ja,ja. Gozamos metálicamente y miramos de soslayo a aquella persona de la limpieza, que no ha combinado bien su suéter con su pantalón, es obvio que hay una falla en el ¨sistema¨
Al final de la jornada como manda los cánones del ¨sistema¨ me tomo un frapuccino en el starbucks.
Me acuesto con lo último de mi carga a gozar de mi sueño desconectado del sistema.