Lo contrario de la muerte
no es la vida... es el placer
ausente de esquinas por venir
nunca intente prostituir las compañías,
para disimular el sesgo de las distancias
que establecen las inertes fronteras.

No caminaré más fingiendo que me gusta estar solo
cuando en realidad no quiero estarlo,
debo asumir que mi corazón
en su arritmia late en clave morse
el lugar en donde lo quieren encontrar.

Debo reinventar la flauta mágica de los destinos
que agrupe con su sonido todos los cristales rotos
que surcan como espejos ciegos
por mis ríos carentes de gestos
para que los intentos huérfanos no sigan huyendo
por las desoladas quebradas del adios.

Ausente de despedidas
debo clausurar los reflejos de la memoria,
para construir nuevas orillas
que me lleven a otros bordes,
debo dibujar pájaros negros en mis meteoritos
-así le llamo yo a las piedras-
m e t e o r i t o s
que guardo para lanzar los olvidos
que se niegan olvidar,
porque si vives guardando y odiando los recuerdos,
te encerrarás en un cuarto oscuro
al cual solo le entra una pequeña luz
por las rendijas de las ventanas que tú mismo tapiaste.

Debo abandonar las playas sin primaveras
tras su desconocido horizonte y desafiante mar
debo cubrirme de la ventisca de arena
que golpea mi espalda sin cesar.

Debo comenzar a navegar por mis noches
para encontrar otros mundos
detrás de los párpados
que cada ligera mañana encuentro al despertar
y dar con aquel lugar en donde mis piedras se conviertan en viento
que esparce todos las semillas
más allá del horizonte

Lo contrario de la vida
no es la muerte
es el olvido
y ya es tiempo que su tiempo de golondrina
vuele pintado de negro sobre mis piedras.

Debo lanzar lejos los m e t e o r i t o s...
así le llamo yo a las piedras de mis bolsillos
m e t e o r i t o s.