Estamos ya en el sexto mes de este año, el tiempo pasa y se va presuroso. Por mi parte creo ir desfasado, no al ritmo que se suceden mis días. No alcanzo a cumplir cabalmente con mis actividades y obligaciones diarias, me quedo atrás intentando avanzar al ritmo adecuado. Supongo que no es correcto pretender eso: que el tiempo que corre o vuela, marque el ritmo al que debo vivir; más bien soy yo el que tengo que marcar la cadencia de mi propia vida. Entonces ir un tanto retardado o desfasado, ya no resulta tan malo, porque la velocidad con la que estoy haciendo las cosas sería mi velocidad, mi ritmo, mi cadencia propia y de nadie más. No soy el más veloz y presto para hacer las cosas, y realizarlas más lentamente no implica no hacer nada, quedarse varado o estático.
Así que ahora estoy tratando de seguir mi propio ritmo, sin detenerme ni dudar. Sin creer que vivo a destiempo; más bien avanzo a mi tiempo, como la maquinaria y manecillas de un reloj que no van más de prisa o más lentas, son precisas, exactas. Lo mismo deseo yo.