Levan las medias lunas distendidas en la cocina debajo del repasador,
los llamados a la puerta me indican que la presencia de mis nietos es un hecho,
“entre charlas, abrazos, risas”
comenzamos a disfrutar de nuestra compañía,
las cartas fueron resecadas del modular,
la casita robada ha sido la primera de las contiendas,
más que un juego se armó una guerra campal,
los tonos de voz se elevaron el pequeño Benjamín nos ganó con una triunfante desfachatez.
Las doradas medias lunas se enfriaban tranquilas sobre la mesada,
nosotros después de calmar los ánimos comenzamos un desconfió,
las mentiras estaban flotando descaradamente,
los bastos, los oros, las copas y las filosas espadas,
en la contienda se habían multiplicado en más de diez cartas por palo,
era insospechado la magia del juego lo que podía lograr,
lo peor de todo era que nadie quería desconfiar,
Mateo ganó dos veces mientras que el pequeño Benjamín nos tenía de hijos,
salió al rescate el chocolate caliente endulzando las discusiones,
“el arribo de las medias lunas”
calmó el humor de los presentes a los cuales no nos gusta perder por nada.
CAL.COR
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