El Alemán
Como les he contado en numerosas ocasiones, desde hace algunos años estoy en lucha a muerte con un Alemán hijo de puta llamado Alzheimer, que se entretiene en enredar mis recuerdos, esconder mis cosas mas preciadas y borrar de mi memoria los semblantes amables de mis amigos, por que en esto de la memoria sucede lo mismo que con tus propias fotos viejas, que primero se vuelven sepia y empiezan a desvanecerse, hasta que un día las encuentras en el fondo de un cajón, las miras y piensas a este tipo lo conozco... pero no estoy seguro quien mierda es.
Yo estaba perdiendo la guerra a pesar de mis esfuerzos, pero he encontrado el instrumento que me hará ganar la que será la Madre de todas la batallas... que me permitirá entender perfectamente a esa mujer desconocida que me despertará cada mañana con un beso, mientras se cobija con mi cuerpo diciendo llamarse Laly y pretendiendo que me conoce de toda la vida, el instrumento que se convertirá en el guardián de mis recuerdos.
¡Voy ha escribir un Libro!
Un libro donde consigne todos los eventos importantes de mi vida, todos mis triunfos y fracasos, todas mis mujeres, mis hijos y mis nietos, mis amigos más queridos y mis enemigos mas odiados, los daños que me hicieron y las venganzas que cobre, escribiré de mis viajes... las partidas y retornos, de los pequeños eventos que yo solo se y que ahora se harán públicos, no tendré vergüenza ni engreimiento por mis obras, no pretendo como los Faraones con sus Pirámides hacer una obra colosal que me asegure el paso hacia la inmortalidad... no, solo quiero un seguro de mi propia identidad, quiero cuando no sepa quien soy poder reencontrarme con mi mismo, imprimiré este libro con letras grandes que se puedan leer sin espejuelos.
Estará conformado por los cuentos verídicos que he publicado en esta página, corregiré los relatos inventados, gritare a los cuatro vientos que a Isabel no la volví a ver jamás, que nunca fuimos al guarique en la esquina de Independencia con Deán Funes que conocía Herminia… que no baile con Gabriela aunque debo reconocer que mientras escribía el cuento sentí en mi pecho como una daga la presión de su 38C, que no tengo una tía llamada Janet, que Génesis es una obra de ficción, que realmente nunca le perdone a la Mujer del Jinete sin Cabeza que tuviera senos chicos, que en Tu quieres que me coma el Tigre fue solo purgación, que Pan Frío es una desafortunada invención dedicada a mi nieto, que los treinta centímetros son realmente veinticinco, que todo lo demás es la pura sacrosanta verdad y que las cuatro de Sueño de una Noche de Verano fueron realmente cuatro... tres insatisfechas y una feliz.
Tendré que contar que una semana antes de mi primer matrimonio, Paca DiTolla, mi querida amiga me trajo un encargo de Fressia, diciéndome que si no me casaba, ella volvería conmigo, que yo por un falso sentido de caballerosidad y por mantener la palabra empeñada tuve que desechar... sintiendo que algo se rompía dentro de mi.
Que conocí el verdadero amor siendo ya viejo, que como diría El Libro Gordo de Petete probé mil minas para encontrar una mujer.
Verano 2004
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