Desperté
Desperté, estaba todo a oscuras y olía a moho, tenía todo el cuerpo empapado. Por unos momentos noté un zumbido en los oídos y mareo, me encontraba tumbado apoyando la cabeza en una pared. Tenía los ojos abiertos y no conseguía ver nada, empecé a decir: — Hola, ¿hay alguien? Todo era silencio, nadie respondía a mi súplica. Como pude me reincorporé, el suelo estaba resbaladizo, muy pulido, avancé mis manos a la pared.
Noté algo en el pie, era una cadena con su grillete. Señor, me encontraba con una cadena, en un lugar frío y nauseabundo lleno de humedad, empecé a sentir mucho miedo, no me senté, en cambio quise recorre la estancia todo lo que pudiera. Empecé por una pared, y mientras palpaba arriba y abajo iba caminando despacio, eran todo baldosas llenas de vaho, el frío penetraba por todos mis huesos, tenía dolores punzantes en la cadera. De pronto oí cómo cayó algo, de cristal, oí cómo algo rompió en pedazos, entonces volví a preguntar: - ¿Hay alguien ahí? En ese momento se escuchó un susurro de mujer:
1 - No subas la voz o volverán.
2 – ¿Quiénes volverán? —Dije hablando bajo—.
1 – Calla, o nos harán daño.
Me voy acercando despacio al susurro hasta que me tira la cadena, estaba justo en la esquina derecha y no había nadie.
2 - ¿Dónde estamos? ¿Qué hago aquí? No he hecho nada.
1 – Calla insensato, o te llevarán a la sala de pruebas.
En este momento se empieza a oír un sonido grave ensordecedor y veo un flash que me deja ciego, ahora veo todo blanco, noto una punzada en el cuello y me desvanezco. Despierto en una camilla atado con un cubo encima de la tripa, está todo muy oscuro. Huelo a sulfuro y estoy prendido en sudor. Se oye una voz metálica que dice: — ¿Cuándo vas a aprender Carlos? Tienes que integrarte. ¿Quién eres, qué quieres? —Decía yo con voz temblorosa— La voz empezó a contar: - Sabemos que te aferras a algo que te está prohibido, y debes quitarlo, hoy es tu última oportunidad. Si sigues en la idea quedarás aquí para siempre. Empecé a gritar: - ¡Sacadme de aquí! ¡Sacadme de aquí! Quiero a mi enamorada, quiero ir con mi amada. Entonces se oyó: ¿Ah sí? ¿Te gustan las ratas Carlos? Es lo que hay en el cubo, de ti depende salir de esta o no, ahora calentaremos el cubo, y ella te atravesará tus tripas para salir por tu espalda. Entonces vi un fulgor cegador de un soplete y la rata empezó a moverse. Grité: ¡No por favor! ¡No, una rata no, por favor, ponérsela a ella, no, no amo a nadie, no, no amaré jamás, no por favor, no me hagáis daño! En ese momento perdí el conocimiento.
A los días lo recuperé, me encontraba en agudos del hospital, había notado dos pinchazos en el culo, me levanté de la cama y empecé a caminar entre los presentes, había enfermeras que no conocía, gente hablando entre ellos vestidos como yo, entonces me vi una marca en la mano y fui a control de enfermería a preguntar: - ¿Qué es esto? Me dijo, pon la mano aquí, insertó una aguja al lado de la vena principal, y con una jeringuilla de aire a modo ventosa lo inyectó en la mano. Pasó el día, y se me puso negra toda ella, así que comprendí bien que no había sido un sueño. Al poco recibí el alta y me dieron por escrito unas pautas a deber seguir para mi mejora, antes de terminar de darme los papeles del alta me guiñó un ojo y me dijo: - Recuerda el ratoncito.