Inicio / Cuenteros Locales / TSK / Ostentación de humildad, cuatro.
La vida en el Magreb es bastante sencilla. Una vez que uno se sacude las obligaciones laborales, no queda otra que la de acudir al café a tomarse un té dulce y departir con el paisanaje un rato. Eso sí, acompaña casi siempre la meteorología.
Es otro ritmo de vida. Gente apacible y tranquila- ya se dijo. Al poco de estar allí ya parecía un moro. No hace falta mucho para aparentarlo. Con una chilaba, un fez y unas chanclas, cualquiera lo semeja. Ayuda también la presencia del moro durante ocho siglos en la península. El término no es peyorativo, simplemente constata una realidad, que no es otra que la de hallarnos ante gente "morena". Pues bien, yo también lo era. Moreno, enjuto de carnes y de escasa estatura, sólo me faltaba hablar árabe, además de la vestimenta o indumentaria, para desenvolverme anónimamente por aquellas tierras. Aquel obstáculo aparentemente insalvable que habría de representar la lengua, sólo lo fue de manera aparencial, ya que utilizaba el francés como medio para aprender el otro idioma. Con tal base y un poco de estudio, departía en el café sobre lo que se terciara en poco tiempo. No había más que aspirar, hablando, el aire y conocerse un poco el vocabulario y la gramática. |
Texto agregado el 01-06-2018, y leído por 63
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