Llegué a la conclusión que yo también volteaba la mirada cada vez que la realidad pegaba mas fuerte, cuando lo veía sentado en pleno sol leyendo una y otra vez el mismo periódico, queriendo acercarme y hacerle compañía, recordando aquellos años cuando era aquella niña orgullosa de su padre y viceversa. Ya no había ni rastro de aquel hombre fuerte, impulsivo y hasta violento que solía ser, en su lugar estaba aquel hombre que yo eludía con cualquier excusa, no quería ver el paso del tiempo en sus manos, mucho menos en sus ojos, aquellos que solo recobraban un poco de vida cuando miraba a su nieto.
Su salud empezó a deteriorarse desde el día que cayo por las escaleras y estuvo hospitalizado una semana, desde aquel momento supe que todo lo que yo creía saber de el, no tenia ni la mitad de cierto, también supe que aquel hombre que regresaba a casa con 10 kilos menos y como siempre con un periódico en la mano, no volvería a ser el mismo nunca mas.
Tal vez no lo quería ver porque era el ejemplo de la vejez que no quiero tener, también me preguntaba si ese hombre siendo mi padre, me conocía lo suficiente para saber que mi actitud no era mas que producto del miedo; todo había cambiado y era como tener a un nuevo integrante en la familia, o un familiar que llega de visita inesperadamente, pero lo atendemos bien porque sabemos que se ira pronto…