UN FINAL DELICIOSO
No pude aguantar tu cercanía, tú me provocaste, no sé si queriendo o sin querer. Acercaste tanto tus labios a los míos, que salte como un tigre, sobre ellos para comerme toda la miel de tu boca, como panal exprimido por el apicultor. Tú me dejastes hacertelo, sin pedírmelo supe lo que querías, cuando me acercaste tanto tus duros pechos coronado por esos pezones que son como dos fresas recién cortadas, de amarte. No pude contener mis ansias de sexo, de poseerte y cogí tus enormes me pezones me los introduje en mi boca, como un adicto, como un niño hambriento afianza el pecho de su mami. Tú me agarraste tan fuerte que sentí tus uñas clavarse en mis espaladas como mil aguijones que desataron en mi aun mas fuego. La sangre comenzó a hervir en tus venas y en las mías al unisonó de tal forma que tus dientes apretaron con fuerza des compensada mis labios haciendome sentir dolor, entre los vaivenes placenteros de tu vagina, subiendo y bajando . El desenfreno llego cuando te di la vuelta y te penetre con energías casi con violencia por detras como puede hacerlo un caballo salvaje Acariciando y besando tus hombros y espaldas mientras tú apretabas con fuerza tu bello trasero contra mi pelvis, como si quisieras absorberme todo para dentro. Mi pene apretaba las paredes de tu vagina como si quisiera estallarlas haciendo la entrada más ancha más a su medida, al tiempo que se lubricaban con diluvio de fluidos que se desbordaban desde tus adentros quemándome el glande, haciéndome sentir tanto placer que ya no pude sujetar la avalancha que escapaba de mi miembro que acogiste con gemidos y aullidos de placer.Cuando pensaste que ya no quedaba nada más, mi boca bajo hasta tu hendidura y mi lengua comenzó a abanicar los labios inferiores de tu flor que estaba tan abierta que parecía una rosa a punto de desojarse. Mi legua siguió masajeando tu clítoris de forma que tu cuerpo comenzó a tener convulsiones como si de una loca intentado soltarse de las ligaduras se tratara, te afianzaste a mi cuello mordiendo mis espaldas arañando como una gata salvaje, maullando, gritando gimiendo mientras… yo no paraba en mi empeño de succionar tu rosa que en ese momento se asemejaba a una fuente inundando mi boca con tus jugos salados y gustosos. Lo que hizo que yo te acompañara en tu orgasmo acabando en tus piernas esparciéndome por toda la cama pero sin dejar de trabajarte con mi lengua, hasta que te quedaste quieta muy quieta jadeante muy jadeante con la respiración entre cortada como si hubieses hecho un esfuerzo tremendo, después me dijiste -Gracias amor. Acariciaste mi cabeza con ternura y te quedaste dormida.
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