El anillo estaba en la mesa, según expertos en joyas podía costar más de mil millones de pesos. No sé como siendo tan costoso lo dejan al alcance de todos, se reunían los hombres más poderosos del planeta, había vino y la más deliciosa comida para todos. Habían contratado a la mejor orquesta para que amenizara esa reunión, había flores por todas partes, todo olía muy rico. Todos los invitados llegaban vestidos con lo mejor de la moda, las mejores colecciones de los grandes diseñadores se miraban por todas partes. Las mujeres olían a los mejores perfumes, a pesar de todo, por ratos se sentía un olor nauseabundo, pero se disipaba pronto.
El anillo seguía en la mesa, los curiosos lo miraban, otros le tomaban fotos, nadie se atrevía a probárselo, por temor a que creyeran que fuera un ladrón. Después de todo el protocolo la fiesta empezó, la orquesta tocó como nunca, el whisky calmaba la sed de los invitados. En la reunión se encontraba uno de los políticos más influyentes del mundo, tan influyente que al mundo esclaviza, estaba bien escoltado, bien trajeado, cuando le servían un trago, prefería que fuera de una botella sin destapar, antes de tomarlo pedía a uno de sus escoltas que lo probara, luego de comprobar que no estaba envenenado, lo tomaba.
La fiesta estaba en su mejor momento, todos disfrutaban de la música, muchas parejas se besaban al calor de la música, el anillo seguía en la mesa en un estuche pequeño, lanzaba destellos de luz, era del mejor oro y lo había fabricado el mejor orfebre del mundo. Todos se acercaban y lo miraban, muchos lo miraban con ganas, como si fuera una mujer muy hermosa. Los vigilantes no lo desamparaban ni un minuto, dejaban de comer y de bailar por cumplir con su trabajo. La tierra es redonda, el anillo es circular, como si estuviera representado el planeta en ese pequeño anillo, el anillo atraía las miradas, despertaba atracción. De pronto y cuando nadie lo esperaba irrumpieron unos asaltantes, todos estaban bien armados, entraron disparando indiscriminadamente. La sangre salpicaba las blancas paredes, los vigilantes trataron de repeler el asalto, el anillo quedó sin custodia, se acercó mucha gente a la mesa, el político más influyente se escondió solo debajo de la mesa, balas iban, balas venían, los vigilantes fueron heridos, otros muertos. En la trifulca el anillo cayó de la mesa, ahora debajo de la mesa habían cuatro personas con el político, la mesa era grande y podían caber más personas debajo de ella, todos veían el anillo en el piso, pero no se atrevían a agarrarlo pues estaba el político más influyente del mundo viéndolos y les daba mucha verguenza, pero las ganas eran grandes, hasta que uno de ellos lo agarró, pero los demás con las miradas le reprocharon, menos el político, quien dijo en voz muy agitada:
- Él se lo encontró, no es robo, es buena suerte, así que mucho silencio, pues cualquiera lo habría hecho y al que hablé lo mando a callar.
La balacera fue cesando poco a poco, la sangre corría por todas partes, unos tenían balazos en el abdomen, otros en la cabeza, otros en la garganta. Del grupo invasor también había muertos, los sobrevivientes salieron despavoridos de ese lugar, los hombres que estaban escondidos debajo de la mesa salieron también, salió el político más influyente con el hombre que tenía el anillo, en el camino al aeropuerto le hizo mil promesas, le dijo que lo nombraría en un alto cargo en su gobierno, hasta lo amenazó con matarlo si no aceptaba la propuesta, el hombre aceptó, pero algo tramaba. Llegaron al aeropuerto y apenas se bajaron del vehículo sacó un pequeño spray de su chaqueta y lo apuntó a la cara del político quien recibió el liquido en la cara, el efecto del liquido fue inmediato, el hombre perdió la conciencia. El hombre pidió ayuda a las autoridades, varios policías llegaron a ayudarlo, pero uno de ellos sin que se diera cuenta metió la mano en la chaqueta de aquel hombre y por poco le roba el anillo, menos mal que metió la mano en el bolsillo equivocado. Después de tanto alboroto llevaron al político al hospital. El hombre se fue para un hotel, se registró y el empleado lo llevó a su alcoba, le dijo que si prefería un café. El hombre aceptó, le subió el café y después de tomarlo se sumió en un sueño profundo. El empleado subió otra vez, requisó las pertenencias del hombre y se robó el anillo. Apenas salió de su trabajo sacó el anillo de su chaqueta, estaba por probárselo, pero en un descuido el anillo cayó de sus manos y rodó, rodó y rodó y se fue por un desague de las aguas negras.
AUTOR: PEDRO MORENO MORA
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