( Jorge Manrique)
" ... En los más altos estados desfallecen"



Ícaro, hinchado el orgullo por la presunta belleza creativa de sus textos, desplegó las alas como pavo real, y se alejó de la Tierra, queriendo llegar tan alto como los dioses.
Vimos cómo se alejaba de los hombres, a los que miraba desde arriba con cierta displicencia.
En el suelo solo quedaban sus letras, huérfanas de su progenitor, que desde el aire movía los hilos para alcanzar el Nobel.
Una gripe mal curada dio al traste con los sueños del divo, ya entrado en años.Todos asistimos a su caída libre desde el Olimpo de los dioses en horas.
Los periodistas comentan la escasa afluencia de público ante la capilla ardiente montada en una sala de la Academia de la Lengua donde ocupaba el sillón F.
Los diarios informan de que hoy se oficiará la Misa y el sepelio en la Iglesia de San Salvador a las seis de la tarde.
Y es que la Parca no tiene piedad.
A ver qué dice mañana la crítica , que, buena o mala, el pobre Ícaro ya sin alas no oirá.