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El azar
El azar reúne a varias personas diferentes. Con el tiempo descubren que tienen mucho en común…
Las nueve personas que compartimos el viaje a “Ruinas de brujas”
Nos conocimos esperando el micro que venía desde otro pueblo.
Para completar el pasaje faltábamos nosotros
Ernestina: Un ama de casa tradicional. Felizmente casada. Cuarenta
Y dos años. El viaje era regalo de su esposo para apartarla del cansancio que le acarreaban sus tres hijos, de cuatro, siete y doce años.
Eduardo: Dieciocho años al servicio del comercio exterior de un banco privado. A sus treinta y ocho años permanecía soltero, después de romper cinco años de noviazgo con una mujer que lo humilló, lo manejó y que no amó.
Había ganado el viaje en un concurso televisivo, contestando sobre la vida de su novelista de terror preferido
Carlos Médico de niños.Divorciado.Dos hijos. Treinta y cinco años.
Necesitaba evadirse, después perder uno de sus pequeños pacientes. Tal vez renunciaría a su profesión
Julia y Martín: Matrimonio sexagenario Sin hijos. Creían que ese viaje seria su última luna de miel. Sus articulaciones no respondían.
Bernardita: Joven religiosa de veintisiete años. La acción de padres de la escuela, la premio con el viaje por su abnegación en el cuidado de “niños con capacidades diferentes”
Esteban: Profesor de educación física.Viudo.Sin hijos. Treinta y dos años. Desde el fallecimiento de su esposa, tomó costumbre viajar justamente el día del aniversario de bodas
Elena: Propietaria de un negocio de artesanías” el hechizo de Elena “Divorciada por segunda vez. Un hijo del segundo matrimonio.
La sociedad le marcaba a Manuel. Ella deseaba a Julieta, su empleada.
Y por último, yo, Nora. Diseño ropa interior erótica femenina. Cuarenta años casada y en severa crisis matrimonial.
Un hijo en plena etapa adolescencia., mi primera razón para vivir Un amante oculto y prohibido que le da a mi vida una segunda razón para vivir.
Arribó el micro Subimos los nueve. Gracias a un gesto caballeresco, primero las damas después los caballeros.
Exceptuando Julia y Martín que tenían reservados asientos juntos, los demás nos dispersamos con otros acompañantes.
Una señora rolliza y bien maquillada era mi compañera en esas cinco horas que duraría el viaje. Cruzamos no más de diez palabras y se disculpó .Necesitaba dormir Ella seguía tres horas más viajando. Opté por descansar también, Desperté diez minutos antes de llegar a destino Gracias a la tocadita de hombro del matrimonio que componían Julia y Martín.
Bajamos Esta vez al revés, los hombres primero para ayudarnos a descender el estribo
Entramos al hotel. La recepción elegantemente adornada. Alfombras, plantas, cortinados fastuosos, cuadros, platos recordatorios, fotos del lugar, lámparas de pie, sillones, mesitas ratonas, sillas, banquetas.
Las habitaciones eran compartidas.
Bernardita con Ernestina. Carlos con Esteban. Por supuesto Julia y Martín, juntos. Eduardo, el único solitario Yo, con Elena.
El dormitorio decorado en tonos blancos y verdes. Los muebles en fina madera de cedro Un primoroso ramo de rosas blancas en una mesita esquinera. Desde el ventanal se divisaba a lo lejos las lomadas del lugar.Emprolijamos la ropa en el placard.Nos proporcionamos una tibia ducha. Hasta daba pena mojar el baño tan coquetamente arreglado Aún faltaba media hora para la cena. Nos sentamos en las camas Y fumamos un cigarrillo Nos contamos un poco de nuestras vidas. Descubrimos a pesar de las diferencias amorosas un punto en común. La necesidad de brindar goce a las mujeres. Elena, gratificación para la casa con sus artesanias.Yo, con mi lencería para el placer carnal. Más adelante comprobaríamos una analogía más profunda…
La cena estaba preparada en el comedor del hotel .Elena y yo compartimos mesa con Julia y Martín. Una primavera de fiambres como plato de entrada. El plato principal, lomo a la pimienta con papas y de postre una exquisita porción de torta de chocolate almibarada. Buen vino tinto para Martín y nosotras, las mujeres, gaseosa Los cuatro coincidimos en lo apetitoso de la cena. Julia y Martín irradiaban en cada gesto, en cada palabra, en cada recuerdo. Amor, compañerismo, paciencia, toda esa conjunción que los hacía permanecer juntos tantos años. Ni Elena, ni yo pudimos lograr en nuestros matrimonios, por causas diferentes esa alianza. Ellos eran distintos a nosotras
En la mesa lindante, Carlos, Eduardo, Ernestina y Esteban. No coincidían con los conceptos de Bernardita. Era notorio que los puntos de vista de la religiosa no encajaban con los demás. Igualmente todo era respetable
Por indicación de Martín, .Compartimos un exquisito café con canela los nueve integrantes del grupo. Decidimos retirarnos a descansar. A las ocho de la mañana nos vendría a buscar el micro para realizar la visita guiada al museo de cera de “Ruinas de brujas.
Mi compañera y yo dormimos como lirones. Comenzamos desde las siete a preparar la cámara fotográfica, Elena, y yo mi agenda de viajes donde reproduzco todo lo vivido, y la información recibida.
Nos encontramos los nueve en la recepción del hotel y tomamos un liviano desayuno. Iniciamos viaje en el mini micro.
Al llegar nos recibe una guía y nos introduce en una especie de gruta al pie de las lomadas. Caminamos por un pasadizo largo, hasta llegar a la especie de habitación, bastante falta de luz Sólo unas linternas que nos proveyeron a la entrada de la gruta
La réplica en cera de las brujas del siglo XVI llamaba muchísimo la atención La vestimenta, los cabellos. Obra de un artista Polaco Sobre todo las manos y ojos de la bruja reina y su pequeña hija. Parecían tan naturales. La encargada de capitanear el paseo no nos permitió fotografiarlas particularmente a esas dos. Por supuesto la indagamos y su respuesta fue categórica. Era la hechicera más perversa y temida del lugar. Cualquier persona que se acercara a menos de cincuenta centímetros podría sufrir un embrujo aún desde el averno. Ninguno de los nueve le creímos. Aunque nunca se sabe. Por las dudas respetamos la advertencia.
Al salir de ese lugar interesante pero opaco. La luz solar nos encandiló. Nos indicaron un refugio para almorzar Luego regresó el micro a recogernos.
Nos acompañamos los nueve el resto del día. Compramos recuerdos del lugar. Por la noche fuimos al único y viejo cine a ver la comedia: “Dos para el amor” Formamos una variedad de amistad. Al día siguiente nos esperaba otra excursión a la casita encantada de las brujas blancas. La oposición de las anteriores
El tercer día estaba marcado como día libre. Unos descansaron, otros comieron opíparamente, otros como Carlos y Elena no se separaban uno del otro… Yo ni pregunté.
Al llegar la noche, una noche lluviosa y fresca .Menos Bernardita que debía rezar su rosario todos decidimos mirar la televisión en la recepción del hotel. Repentinamente se corta la transmisión para dar lugar a un avance del noticiero:”.Desaparición seguida de asesinato y violencia contra la familia del artista polaco .Oscar Malysz.Después de un mes de intensa búsqueda.Hallaron en el baúl de un auto abandonado los cuerpos amputados de su esposa, Paulina y su pequeña hija Maja Del artista no se encuentran rastros aún”. Ampliáremos la información en la edición de medianoche.
Todos nos miramos Conocimos el nombre de Oscar por ser el creador del museo de brujas. Desconocíamos que se había radicado en el pueblo desde hacía cuatro años Continuamos viendo la película Luego nos retiramos a nuestras habitaciones.Nos esperaba un día agitado. Disfrutaríamos de una mañana en las piletas climatizadas Se decía que el agua contenía una poción fantástica que curaba toda clase de males. Después de introducirnos y salir.Todo continuaba igual.Creencias de los lugareños.
Por la tarde nos aguardaba otro tipo de evento.Una conferencia en la biblioteca del pueblo. Se hablaría de los conjuros que
Realizaban las brujas que habitaron el pueblo Se hizo un minuto de silencio por la esposa e hija del artista Malysz.No se realizó más comentario del tema, sólo la petición de encontrar al artista con vida Registré todo lo escuchado en mi agenda como venía haciéndolo Era interesante. No sé si creíble pero fascinante, sin dudas. Bernardita no estaba muy conforme, pero igualmente le parecía una atrayente experiencia.Rezaba.como si temiera algo
Llegamos al hotel a prepararnos para la cena y escuchamos la sirena de los bomberos ulular Llamaba la atención. Hasta ahora el pueblito era sereno. Nos encontramos los nueve en el comedor Nuevamente la sirena se dejaba escuchar Se acerca el mozo a nuestra mesa y nos comunica la triste noticia para los pueblerinos Perdían una gran atracción turística y su tradición El museo de cera deshecho por las llamas. A pesar de que no era horario de visitas se buscaban victimas Por si acaso. Había quedado alguna persona de mantenimiento encerrada. Esperaban no encontrar a nadie. Ya tenían bastante con la perdida de la familia del artista plástico y su búsqueda incansable que no arrojaba resultado alguno.
Comimos y todos a descansar. Elena se desplomó en la cama. Yo no podía ni siquiera dormitar. Estaba exaltada. Tomé la agenda y comencé a leer lo escrito en esos días como para llamar al sueño. Iría por la segunda hoja cuando escucho un tac, toca en la puerta. Era Eduardo, necesitaba hablar conmigo. Me invitó un café en el bar del hotel. Estaba como abatido Los sucesos lo tenían intranquilo. Él era lector fanático de novelas de terror y le parecía estar viviendo una .Traté de apaciguarlo. No obstante a pesar mío creía lo mismo. Por otro lado tenía a Elena que del mismo modo antes de dormirse me había comentado una sensación de sobresalto. Entramos al bar y encontramos en una
Mesita a Julia y Martín. Aprovecharían la oportunidad para hacernos un comentario.
Precisamente el mismísimo tema que íbamos a entablar con Eduardo. Interrumpe la iniciación del dialogo Ernestina. (Parecía que nos unía la casualidad o la causalidad).Ella se despabiló una extraña preocupación la entristecía y no era su familia Se había encargado de llamar por teléfono y averiguar. Todos estaban sanos y salvos. Necesitaba hablar con alguien y Bernardita se encontraba rezando No quería interrumpirla.
Expuestos nuestros temores y en concreto no sabíamos a qué ni de qué .Aparecen en escena Carlos y Esteban Solamente con las miradas descubrimos que nos sucedía a todos lo mismo.
Todos habíamos emprendido ese viaje por motivos diferentes y todos teníamos ocupaciones desiguales Ahora nos unía un presentimiento masivo curiosísimo. Por sugerencia de Martín me dirijo a la habitación a buscar mi agenda. Bajo al bar con mi agenda y la compañía de Elena Sólo faltaba Bernardita que no tardó en hacerse presente. Los nueve reunidos Comienzo a leer en voz alta y acompasada desde la subida al micro. Continuó avanzando en la lectura. Interrumpe Carlos en la frase: “Llamó la atención las manos y ojos de la bruja reina y su pequeña hija” parecían tan naturales.
Carlos como médico estaba en condiciones de asegurar que eran naturales. Los demás lo apoyábamos Así lo habíamos advertido todos y silenciamos pensando que éramos presa de la sugestión
Bernardita señalaba que el equilibrio del mal era el bien Si algo tenebroso cubría ese lugar no eran forzosamente las brujas del pasado. El .presente se ocultaba detrás de ese escenario de
Encantamientos. Todos teníamos escondida una vena detectivesca o el afán de revelar la realidad.
Por pedido de Eduardo, pasamos lo que restaba de la noche en su cuarto. Él tenía en su equipaje los tres libros de su novelista de terror predilecto.Karol Tomasz.Nos pide compartir las últimas cinco páginas del libro: “La galería y su secretó” Eduardo Leía:..”Y el artista exasperado por los celos…Pinta en su último cuadro a su amada esposa e hija, ese color salvaje, ese color final… desvaneciendo entre las flamas…El artista contemplaba su obra y abandonaba el lugar entre el fuego y el hedor purpúreo…”
Se cruzaron nuestras miradas cómplices. Faltaban dos días para nuestro regreso a casa Estuvimos los nueve como suspendidos en el aire…
Horas antes de tomar el micro de regreso, escuchamos a los pueblerinos decir: ¡Lo encontraron, lo encontraron! Encontraron a Oscar En Polonia, en su antigua casa. Tendido en la cama .Rígido, inmóvil. Curiosamente sobre su pecho reposaba el libro: “La galería y su secreto”…
No hacían falta palabras entre nosotros.
FIN

Texto agregado el 15-05-2018, y leído por 127 visitantes. (0 votos)


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