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 VERDE  QUE  TE  QUIERO  VERDE
 
 
 
 
 Dicen los informativos
 que mi caso es singular,
 hay escasos precedentes
 en el foro criminal.
 
 Mi abogado argumentó
 que un delirio emocional
 me privó del albedrío
 con su efecto temporal.
 
 El jurado me ha ofrecido,
 antes de deliberar,
 que exponga mi sentimiento
 si es que quiero declarar.
 
 Me puse de pie con calma
 y en tono muy compungido
 expresé yo estas palabras
 para llegar a su oído:
 
 “De corazón me arrepiento”
 - fue mi alegato final –
 “quiero casarme con ella
 para bien o para mal”.
 
 Mi novia, que poco escucha,
 se dirigió al Tribunal:
 “Ahí lo tienen al confeso,
 encima les puso sal”.
 
 Uy mi Dios, que descalabro,
 que situación tan compleja,
 yo le estoy dando mi vida
 y ella oye mal y se queja.
 
 
 Pero esperen que les cuente
 como comenzó esta historia,
 como caí en el infierno
 cuando tocaba la gloria.
 
 Yo que churrascos comía
 y disfrutaba el asado,
 que del cerdo amo el pechito
 y mil pollos me he clavado,
 
 conocí hace poco tiempo
 una criatura inaudita,
 su rostro es pura belleza,
 sus curvas… ¡como me excitan! .
 
 En nuestra primera cita
 a los yuyos me ha invitado
 y ahí pensé: Mamita mía,
 que buena viene esta mano.
 
 Me puse la servilleta
 para comerla en mi almohada,
 me dijo: “No te confundas,
 es que soy vegetariana”.
 
 Mi suerte cambió de pronto,
 ¿Cómo se come este plato?,
 si yo ya estaba guardando
 las medias en los zapatos.
 
 Primero la tomé a broma
 pero dijo la malvada:
 “En esto soy inflexible,
 hazlo por mí si me amas”.
 
 ¿Con que fuerzas oponerme?,
 ¡tendrías que ver que escultura!,
 le dije: “Te quiero tanto…”
 y me tiré a la basura.
 
 Sabía de mis sacrificios
 y me trajo a esta querella,
 si desde que la conozco
 no he probado una Paella.
 
 Ya estaba desesperado,
 ni un colesterol siquiera,
 ¡me negó los subproductos!,
 no tomé ni mamadera.
 
 Llegó el mes aniversario,
 me prometió una sorpresa,
 ella sabía mis deseos:
 “Salteaditas las mollejas”.
 
 Luz de vela había en la mesa,
 se acercó con la bandeja:
 una lechuga de fondo
 y arriba cuatro cerezas.
 
 Ahí la tomé por la espalda
 y entre suspiros y quejas
 con pasión y sal a gusto
 le mastiqué las orejas.
 
 Y aquí estoy llorando penas,
 me enamoré de esta nena,
 la quiero porque es sabrosa
 como lasaña rellena.
 
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