Déjame que te cuente…
Marzo de 2018, Ciudad de México. La gran cantidad de cinéfilos que existe en esta ciudad seguía de cerca la entrega de los premios Oscar en Hollywood. Ese domingo, después de enterarse de que Guillermo del Toro, el cineasta y su película se llevaron cuatro de los 13 premios por los que competían, entre ellos el de mejor director y el de mejor película “La forma del agua”, se reunieron a festejar el triunfo en el monumento más emblemático de la ciudad: del Ángel de la Independencia.
Con más de 20 años de carrera cinematográfica Del Toro ha logrado conquistar el mercado Hollywoodense y fue tema de conversación por varios días en hogares, cantinas, cafés y de más centros de convivencia. La historia de la película trata del amor de una protagonista muda con un monstruo.
Una semana más tarde, decidí visitar a mi hermana Gaby en Mérida, una ciudad maravillosamente bella ubicada en el estado de Yucatán, para iniciar unos días de descanso.
- Tío, es posible que una muchacha le guste un monstruo.
Me pregunto mi inquieto sobrino que por supuesto estaba enterado de la película galardonada con el Óscar. Desde pequeño fue el centro de atención de la familia, quien apenas rebasa la edad de11 años, cuando juntos estábamos en la cochera reparando la cámara de su bicicleta. Medité mi respuesta pues no estaba preparado.
- Todo es posible en esta vida.
- Mmmm…entonces, a mí me puede gustar una monstrua?
- Vamos, no digas tonterías. Mira, eso sólo pasa en las películas.
- Si son tonterías ¿porque mucha gente va a verla al cine? En el salón todos platican de eso y hasta la maestra dice que es una bonita película.
Afortunadamente terminábamos la reparación de la llanta y nos dispusimos a hacer el recorrido habitual hacia la céntrica avenida Paseo de Montejo, esperando que el paisaje y el aire fresco que ahora acariciaba nuestras caras le hiciera olvidar el tema, pero no fue así.
- Tío, no me contestaste –me dijo-, mientras entornaba los ojos rápidamente como un pícher que revira a primera base.
Hice una pausa, quería utilizar las palabras correctas para hablar del tema.
- Mira, déjame que te cuente… los señores que hacen películas crean amores, no perdón, perdón, crean amistades raras a su conveniencia para entretener a la gente y que olvide de momento los problemas que tiene.
- Si tío, te entiendo, mi maestra dice que para distraer a la gente. Y no te preocupes, ya sé que es eso de “amores” que hablan los mayores.
- Mira, mira, quien te viera, si estás muy pequeño para entenderlo.
- Te recuerdo que voy en quinto grado y el libro que llevamos habla de eso.
Ahora fue una extensa área verde a la que habíamos llegado mi salvación, para nuevamente tratar de cambiar de tema, recuerdo que caía la tarde
- contempla a tus pies el hermoso valle verde que rodea la ciudad y que se extiende hasta llegar a Progreso, y “las nubes grises también forman parte del paisaje”, le dije recordando una frase de Arjona.
- No te preocupes tío, jamás me enamoraría de una monstrua, teniendo varias amigas bonitas en la escuela.
Decía esto, en el momento simultáneo en que nuevamente trepaba en su bicicleta para tomar la vereda descendiente, y gritando decía:
- ¡vamos tío, haber quien llega primero a la tienda de doña Lupe! ¡parece que vengo con un viejito!, apúrate.
Debo decir finalmente, que lo miré descender, entendí que en su corta vida era su forma de cambiar de tema, que por momentos me había metido en aprietos, deduje también que los niños suelen poner a prueba a los adultos, de cosas que de antemano conocen la respuesta.
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