Tu sudor,
en mis huecos y aberturas
tu bigote impregnado de mí,
deambula por allí
cuando vas a la oficina,
acaso nadie advierte
que avaras manos,
te ataron a mi cintura.
El caracol de tu risa
tus transferencias,
¡Ay corazón mío!
de donde tanta sal
deja las ropas quietas
y cierra la puerta
deja atrás la soledad y el frio
dormir contigo
es saber
que nunca moriré.
Texto agregado el 10-05-2018, y leído por 89
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