| En un pueblo pequeño, donde las vías del ferrocarril, dividían a los habitantes vivía una familia muy normal, los Amendola Gutiérrez.Tenían dos hijas de dos y cuatro años, ella era medica y el era sobreviviente con estrategias para subsistir  en una sociedad hipócrita y viciosamente consumista.
 Pasaron los años y ella Alicia Gutiérrez quedo embarazada de su hijo varón, el tercero, y como todos sabemos según el machista de Freud, el varón viene a completar a la mujer (jajá), por la ausencia del pene y la envidia al falo y todo eso.
 Alicia era médica psiquiatra. Y todo eso lo sabía, lo había estudiado, y cuando llego Adrian estuvo la mar de contenta.
 Completa y feliz, salió a trabajar por primera vez, porque ella había sido hija única y quería ser madre cueste lo que cueste. Hasta ese momento solo se ocupaba de ser ama de casa, y complacer a su esposo en todo lo que este quisiera.
 Pero un día, dejo a Alberto a merced de sus estrategias de supervivencia con sus tres  hijos, todos sabemos que una médica psiquiatra va a domicilio, y cobra sus honorarios, recetando medicamentos antidepresivos carísimos que son financiados por los laboratorios multinacionales que ellos fabrican, distribuyen y sugieren. Todo para no sentirse inútil en esta sociedad capitalista, consumista, sin trabajo genuino para nadie, y a merced solo de satisfacer las necesidades materiales, que como todos sabemos solo se satisfacen hasta que surge un nuevo deseo de búsqueda y la nueva insatisfacción y así sin cesar.
 Cuando Alicia Gutiérrez, salió a trabajar de psiquiatra se encontró con cuadros totalmente deshauciantes y ahí llevaba su maletín con escitalopram, paroxetina, fluoxetina,  todos inhibidores de la serotonina, para no sentir más displacer, ante nada, e ir por la vida como un sujeto feliz, y consumista.
 En una de esas visitas, a la clínica psiquiátrica donde internaban a los psicópatas, esos que no reconocen la realidad de las fantasías, no con neurosis básicas como todos nosotros,  conoció a Gerardo Martínez.
 Se enamoro, dejo a su marido, a su hijo, que fue el que la completo como mujer, pero Gerardo  Martínez, medico el también, una sapiencia extraordinaria  para conversar de cualquier tema con argumentos, sin vacilaciones, sin estrategias de supervivencia, y que tenía  sustento asegurado  para él y toda su descendencia y para los que vinieran  también, ya que era el dueño de tres Clínicas psiquiátricas.
 Así que ahora de este , está lado de la vías del ferrocarril, vive Alicia Gutiérrez, con Gerardo Martínez, los hijos de este, y del otro lado de las vías, vive Alberto, sus dos hijas y su hijo Adrian que lo ayuda a seguir sobreviviendo con tácticas novedosas en  este mundo tan versátil, donde nada es lo que parece y donde nada  es estable, donde  lo único permanente es el cambio.
 
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