Empecinado con la lectura de algunos escritores que nos abren horizontes, vuelvo de vez en vez a ciertos textos de ellos, que contienen magia. Despacio, con cierto temor, me sumerjo en las palabras poco a poco para no extraviarme y encontrar el camino de regreso, de sus infinitos y laberínticos pasadizos. Los significados se esconden y asoman apenas, ocultos por mares de frases que hay que remontar. Un texto que parece claro, que piensa uno que es claro, puede tener un sin fin de recovecos. Y la claridad existe en él; pero a lo mejor, no en la forma que se pensaba.
Este preámbulo, es consecuencia nuevamente de las lecturas hechas de Julio Cortázar, apenas el mes pasado. Terminado el volúmen 2 de Último Round, parecía que se abría una tregua con sus letras; hasta esta noche, en que regresando por una autopista llena a más no poder, de vehículos transitando a vuelta de rueda, se me prendió el foco de la memoria y casi sin saber cómo, empecé a musitar las primeras líneas de uno de sus poemas...porque de poemas se trata esta vez. Las novelas, los cuentos, los pequeños y deslumbrantes textos de Julio, los conocemos como de lo más brillante de la obra de Cortázar; pero al Julio poeta, pareciera que no lo conocemos. Seguramente es así: Rayuela, Historias de Cronopios y de famas, 62 modelo para armar y los textos breves, entre otros libros, disminuyen y opacan el mérito que también tiene Cortázar como poeta. Los nombrados, son libros deslumbrantes que irradian luz muy intensa.
El poema recordado, sugerido por vaya usted a saber que oscuro demonio, es un poema cotidiano, luminoso, que transcribo con el afán de reconocer también, esta faceta de un escritor que no se acaba nunca de conocer.
El animal totémico con sus uñas de luz,
los objetos que junta la oscuridad debajo de la cama,
el ritmo misterioso de tu respiración, la sombra
que tu sudor dibuja en el olfato, el día ya inminente.
Entonces me enderezo, todavía batido por las alas del sueño,
vuelvo de un continente a medias ciego
donde también estabas tú pero eras otra,
y cuando te consulto con la boca y los dedos, recorro el horizonte de tus flancos
(dulcemente te enojas, quieres seguir durmiendo, me dices bruto y tonto,
te debates riendo, no te dejas tomar pero ya es tarde, un juego
de piel y de azabache, las figuras del sueño)
el animal totémico a los pies de la hoguera
con sus uñas de luz y sus alas de almizcle.
Y después despertamos y es domingo y es febrero.
|