Hay algo más allá que no nos deja ver. La claridad de lo desconocido nos presiona para querer llegar a ella. En ese parpadeo fugaz del día a día nos está viendo, asombrada de porqué no la dejamos entrar, orgullosa de estar adentro de cada uno de nosotros, aterrada porque la descubran, feliz por ser el punto de partida y llegada. Nacemos viendo por primera vez la luz y en nuestros lechos el último pequeño fulgor que tal vez se cuele por nuestros ojos está repleto de resplandor, cual película simulando el ultimo respiro del moribundo.
Dichoso el día en que los terrestres la reconozcan en vida, dejarán de lado el miedo a cerrar los ojos, se sumergirán sin recelo al túnel oscuro pero agradable del mundo que no siente con los sentidos, pero con el cuerpo, todo entero.