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Por Jazbel Kamsky.

HOTEL "CAPRICHOS"

--¡Eres un inmoral! –gritó Juana, al encontrar a Luis, su joven novio, en pelotas junto a su hermana menor en la cama--. El escenario, una habitación matrimonial del hotel “Caprichos”, hotel tres estrellas donde Juana un 03 de marzo, hace dos años atrás, celebró su cumpleaños número dieciocho con Luis, ese mismo Luis que ahora le regalaba caprichos a su propia hermana.

--¡Cómo pudiste hacerme esto! –continuó Juana vociferándole a Luis, al tiempo, se acercó donde su sorprendido novio y haciendo puños lo golpeó en el dorso sin tener control de su rabia--.

María, la hermana de Juana, también desnuda y con las mejillas tan rosadas como el color del luminoso letrero del hotel en la oscuridad de la noche, se levantó envuelta entre blancas sábanas, y salió de la habitación a paso ligero, en sigilo, como un incógnito fantasma.

Repentinamente, las mamparas que daban al balcón se abrieron hacia dentro con estruendosa fuerza. Juana y Luis giraron su dorso, estupefactos se quedaron al ver un salvaje pato de plumaje gris recostado sobre el piso, con su cabeza oculta en el ala izquierda. –Cuac, cuac, cuac. –parpó el pobre animal estrellado--.

Del susto, la joven Juana, se olvidó de seguir desfogando su coraje. El salvaje animal se incorporó del suelo con rapidez y aleteando enérgicamente se subió sobre la cama. Luis, cogiendo la almohada rellena de plumas de ganso lo intentó desalojar, pero lejos de lograr su propósito, desparramó las plumas por todo el lugar.

El ofendido animal reaccionó dando de picotazos hasta coger su testículo izquierdo. --¡Deja mi testículo en paz! --exclamó Luis al sentir el exceso, quien adolorido trató de defenderse del brutal ataque, cogiendo al iracundo pato del pescuezo--.

Camino hacia el balcón, las largas alas del salvaje pato aleteaban con menos intensidad, incluso ya no se le oía parpar. Juana salió en defensa del asfixiado animal, y al correr tras su novio, con la intención de evitar que éste terminara lanzando al pato gris desde un cuarto piso, sin ningún beneficio, resbaló al pisar la mierda desparramada del ave en el suelo, empujando con todo su peso al infiel hacia el precipicio.

El salvaje animal posa ahora sobre el letrero luminoso del hotel "Caprichos", observando el cuerpo desnudo de Luis inerte sobre la acera, así como, a Juana recostada sobre la cama de aquella habitación, con un cigarrillo en la mano izquierda, y una plácida sonrisa, quizás producto del mayor placer que nos pueda dar la vida, la venganza.

Fin

Texto agregado el 30-04-2018, y leído por 95 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
30-04-2018 Un relato que lleva de la sorpresa a la jocosidad estacionándonos en la pregunta; ¿valió la pena aquella venganza?. Me gustó. Un abrazo sheisan
30-04-2018 ves como se paga la inmoralidad ' yosoyasi
 
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