Hay toda una colección de nombres propios asociados a la España del dolor: Anselma, Desiderio, Zacarías, Dolores, Zenón , Ulpiana...
Nombres duros para vidas duras.
Así fue la vida de Ulpiana, nacida un año antes del estallido de la Guerra civil.
A los catorce años abandonó el humilde hogar familiar para irse de cocinera a una pensión del lugar.
La infancia truncada entre los fogones hizo de ella una experta guisandera.
Salió de allí para casarse con un agricultor del lugar, que se ausentaba a menudo del pueblo para trabajar en las carreteras.
Quedaba Upi al cargo del campo, de los hijos y de la casa.
Siempre la caracterizaron su exquisita educación y su espíritu de sacrificio. Gracias a su denodado esfuerzo, hizo que su familia prosperase y alcanzase un status económico más que digno.
Su vida se resume en una palabra: trabajo. Nunca se tomó unas vacaciones.
Mañana, a los 83 años,muy diezmada por el alzhéimer, sus hijos la ingresarán en una residencia. No pueden atenderla. Lo han hecho los dos últimos años pero ahora ya no pueden por cuestiones laborales.
Y a la tía Upi no le dolerá pues ha perdido los recuerdos.
Yo, rota de dolor, me erijo en su memoria para homenajear a una mujer trabajadora,abnegada, sencilla y cariñosa.
Y veo cómo las palabras me fracasan para expresar su grandeza.