Ella se veía por la luna del espejo, yo me veía en la luna del mismo espejo, pero por el reverso, en el mismo instante que ella se veía por el anverso. Este era un espejo singular, pues por el anverso y el reverso tenía la misma luna. Si un anticuario lo hubiera visto, de seguro que lo habría comprado de inmediato, nadie ha conocido un espejo de estos. El marco se veía viejo, yo calculo que ese espejo era del siglo XV, pero la luna resplandecía en medio de esas ruinas. De un momento a otro empezó a temblar, el temblor duró más de tres minutos, tembló tan fuerte que se quebraron las dos lunas del espejo, miles de fragmentos de luna cayeron sobre el piso. Los dos nos quedamos mirando fijamente, yo me reflejaba en sus ojos, ella se reflejabas en mis ojos. Con el pasar de los minutos, los pedazos de espejo lanzaban destellos de luna que nos cegaron y nos tocó vivir en el reino de la noche. Al comienzo fue difícil, pero con el tiempo nos acostumbramos a la noche. En sueños yo la veía salir por el espejo hacía mis brazos, luego nos íbamos por el espejo y todo se hacía luz, para no volver más a la noche decidimos quebrar el espejo donde yo la soñaba, pues nos dio miedo regresar donde todo era noche, jamás llegamos a saber cuáles imágenes del espejo fueron realidad y quién diablos trajo ese espejo, pues hasta ayer no había nada.

AUTOR: PEDRO MORENO MORA
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