Cuando me lo contó reí, con esa risa nerviosa que tenemos hacia lo incomprensible.
“En uno de esos días soleados de agosto, a Macaria la invitó su sobrina a un día de campo.
Macaria era una de los tres hijos de doña Asunción, fallecida hace más de quince años. Francisco, Macaria y Martina. Las hermanas habían sido muy unidas desde niñas, pese a la diferencia de edades, casi trece años. Ninguna se casó así que, a la muerte de Martina, Macaria se fue a vivir a la casa de su hermano.
El día en cuestión Alma, una de las hijas de Francisco, preparó su camioneta y salieron hacia un conocido lugar de recreo en el Bosque de Tláhuac. Como se hace en la actualidad para llegar a cualquier lugar, las personas utilizan medios electrónicos de ubicación para llegar a su destino, y Alma no fue la excepción, instaló la aplicación y se dejó guiar sin atender propiamente por dónde transitaba.
Durante el recurrido tía y sobrina platicaron de diversos temas (política, familia, clima, etc.), sin preocuparse por la ruta a seguir ya que contaban con una súper aplicación electrónica para ello.
Ya para llegar, ambas se percataron a la distancia de grandes y tupidas copas de árboles que tras una barda asomaban como dándoles la bienvenida. El camino aún fue largo, hasta que finalmente cruzaron un enorme arco de piedra con un gran letrero, del que asumieron era el nombre del lugar, sin prestarle mayor atención.
Dentro de aquel lugar las calles se hicieron más estrechas, pero Alma asumió que era propio del diseño urbanístico en un bosque. Lo cierto es que la sombra que brindaban aquellos enormes árboles en ese día soleado hacían del lugar un destino inmejorable.
Finalmente, después de cruzar algunas calles reticularmente trazadas, y decoradas por una variedad de arbustos y plantas en flor, ambas observaron lo que pensaron era una pequeña capilla.
–“¿capilla en medio del bosque?” susurró Macaria.
En ese instante la aplicación electrónica, en un tono mecánico anunciaba: “ha llegado a su destino”.
Cuál no sería su sorpresa al ser finalmente conscientes del lugar dónde se encontraban: en El Panteón de San Lorenzo Tezonco, uno de los once Cementerios de la Delegación de Tláhuac. La aplicación las había dirigido a un Panteón.
Pero aún faltaba una sorpresa mayor que dio paso a una exclamación, mezcla de asombro y terror, la esquina donde el vehículo se había detenido por indicación de la aplicación electrónica daba a la calle en donde se encontraban dos tumbas conocidas, la de doña Asunción y la de Martina.”
…“ha llegado a su destino”.
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