Cuantas veces dije "te amaré por siempre" como quién se cuelga a la espalda una condena, como quién se ata una roca a la cintura y se avienta a la corriente, como quien se acaricia el cuello con el extremo de la cuerda...Nunca fue real. Mis "para siempre" vistieron el brillo fugaz de la juventud perenne, el halo fresco del ajenjo recién cortado, la suavidad rosada de la bruma de amanecida, pues sin sustancia son los sueños.
Nunca dije "te quiero amar por siempre" hasta hoy, hasta el día en que las sombras de treinta y dos fieras bicéfalas oscurecieron mi camino. Desaté un nudo de palabras. Sé a quien escribí cada letra de esta retahíla de gemidos. No fue a tí,pero en cada verso releído reconocí el fulgor de tus ojos solferinos.