“Los tiempos de Dios son perfectos”, reza el viejo refrán. El problema radica en que estos ya no son los tiempos de Dios. Éste se cansó del ser humano y su sed de sangre y sufrimiento, su codicia, su egoísmo y, sobre todo su soberbia y su falta de respeto por lo que era y es sagrado. Harto de todo ello, hace ya un tiempo dijo:

-Puesto que dicen ya no necesitarme, porque ustedes ya lo pueden todo por sí mismos, y no requieren en lo absoluto una guía moral que regule sus actos, ya que están haciendo siempre lo que quieren; he decidido abandonarlos. Sí, los dejo. Ya no estaré ahí con ustedes para ayudarlos en sus momentos de mayor necesidad, ni les daré consuelo ni consejo en sus momentos de mayor desazón. Después de todo, si creen que soy sólo una mera figura arcaica que sólo los ha estado limitando desde que surgieron en la Tierra, no les dolerá que los abandone a su suerte. Dicen tenerse a sí mismos para solucionarlo todo, ahora que alcanzaron un grado avanzado de desarrollo intelectual y físico…¡pues ahora arréglenselas como puedan, porque yo me voy!

Y así fue. Dios se marchó y no ha vuelto desde entonces. Ya no son sus tiempos, sino que ahora son los tiempos del hombre; y si en algo se ha caracterizado el género humano, es por ser tremendamente imperfecto, y por ende, todas sus obras y actos son por demás imperfectos, así como la época y la tierra en que vivimos actualmente. Eso explica el por qué ahora el mundo parece regido por la incongruencia, la irracionalidad, la incoherencia, la apatía y la absoluta locura. El género humano se enorgulleció de su nueva libertad, pero no supo cómo manejarla y todo lo que pretendió hacer o dejar de hacer con ella se le salió de control. Aparte, como ya no cuenta con nadie que lo reprenda por su mal proceder, puede perfectamente cometer las mimas barbaridades (o incluso peores) sin ninguna clase de temor o respeto por el prójimo. Pero lo realmente malo es que, al parecer, muchos están "cómodos" realmente con la ausencia de un Dios; por lo que se han propuesto, como estilo de vida, asegurarse de que la mala imagen que el Divino tiene de nosotros no sólo sea corroborada, sino que se incremente, para que así desee nunca más volver ni darle a la raza humana una nueva posibilidad de redención. Muchos se hallan cómodos en ese papel, y cada vez más parece más lejana que los seres humanos se resarzan con el Creador.

No obstante, y a pesar de todo lo anterior, Dios no se ha alejado por completo de la humanidad. Creó un pequeño y estrecho camino por el que las personas que deseen arrepentirse de todas sus malas acciones y encontrarlo de verdad, pueden localizarlo. Hallar ese camino no es sencillo, pero tampoco es imposible, y una vez que se da con él, es relativamente fácil dar con el Supremo. ¿Cómo encontrar tal vía? No podría decirlo con precisión, pues depende de cada ser humano, así que no proporcionaré instrucciones precisas sobre algo que no conozco del todo. En todo caso, si no se desea hallar a Dios, tampoco se ubicará tal acceso, y sería inútil buscar algo que no se desea descubrir. Por lo pronto, sólo me queda decirles que, no porque ya no sean los tiempos de Dios, este ya nos dejó del todo desamparados...ni tampoco ha dejado de existir.