Cuando fuimos niñas leíamos los libros de Fabulandia. Eran libros de tapas duras con ilustraciones en colores, que fascinaban mis ojos.
Mi amiga Rossy nunca me los prestaba a Las Fabulandia porque, se las regalaban sus padres que tenían mayor poder adquisitivo que los míos, y eso venia a representar el amor de ellos hacia ella.
La madre de Rossy no la abrazaba a ella, tanto como mi mama a mí.
Rossy logro superarlo muchos años después, me conto,necesito años de terapia, para lograr comprender a su madre.
La mía en cambio me abrazaba y besaba todo el tiempo, mientras Rossy le decía a mi madre
-qué a mi no me va a abrazar…
Mientras tanto, El libro de Fabulandia, permanecía a la noche en la mesita de luz de Rossy.
Cierto día en que me quede a dormir en su casa, tendría 9 años, a la mitad de la madrugada vi a dos lechuzas conversar animadamente entre sí tomando café con leche. Una le hablaba a la otra, mientras el conejo y la tortuga jugaban una partida de truco muy animados, en el bosque.
No me sobresalte para nada porque yo sabía que eran reales y que de noche iban a dormir adentro de las hojas, cansados de jugar todo el día.
Se lo conté a Rossy a la mañana siguiente y me dijo -¡
-!que sos tonta vos!, no sabes que son personajes de un libro y no hablan entre si, a lo que yo asentí.
Por la noche las lechuzas me invitaron a tomar café con leche y me enseñaron a jugar al truco, porque yo no sabía.
Luego me invitaron a entrar a la pagina y aquí estoy tomando café con leche y jugando al truco con el conejo y la tortuga. |